lunes, 17 de febrero de 2014

Martín Moureu



Martín Moureu (Ayacucho), poemas publicados en Facebook en junio y agosto de 2013.















Nacimiento del agua

Sin motivo aparente se interrumpe
la trasmisión de Direct TV dejando
un fondo lluvioso de pantalla.
Otra vez un documental de ballenas
que no termina como uno quiere.
Quizás una respuesta nos observe
desde la repisa. Agua: anunciaba
la virgencita que cambia de color
según el clima. ¿Quién podría
rechazar esa verdad revelada?
Por lo pronto, resignarse a una noche
sin tele, no queda otra, recalentar
los fideos a baño maría,
acostarse temprano en esa cama,
herencia de mamá, placentera.
Algo que debe afectarte de un modo
parecido a la gravitación del mar
cuando dormimos en un depto.
a dos cuadras de la playa.
Agua: un vaso junto a la alarma
del celular. Ponés la radio
sin sintonizar ninguna estación,
sumergirse en una lluvia
finita que te hace dormir.
Como las ballenas, la realidad muere
aplastada por su propio peso.
Conforme tu cuerpo se concentra
en posición fetal, entrás a soñar,
a recordar en sueños la placenta,
el nado prenatal, lo que sueñan
los bebés entre la panza.
                                                Pero
no llores si despertás, de golpe
extraviado, tomate el vaso de agua
mineral, asomate a la superficie
y respirá hondo, tomátelo
con calma que esas interferencias
no significan una tormenta eléctrica,
apenas un mensaje de texto
cae atravesando la radio, sabelo,
con una cadenita de la virgen
maría desatanudos o una de esas
que te conceden los tres deseos.
No estaría mal que la virgen, el celular
se ahogara en un vaso de agua.








Accidentes domésticos

Al principio, nos debatíamos
entre dudas fáciles: papas fritas
o puré. Ni cabía plantearse
si la convivencia nos aseguraría
un nivel de ingresos superior
a la canasta básica o si los hijos
aportarían una experiencia
trascendental.
                             ¿Quién iba a sospechar
entonces lo fatal del accidente,
un conflicto familiar bajo
el repasador de la cocina?
Acusativas palabras que van
cayendo, de disputas zanjadas
vuelven y se devuelven
según una mezquina dialéctica
de poder donde el único
criterio de verdad
no es el peso de los argumentos
sino quién está dispuesto
a ceder. En fin, sólo palabras, o
quizás ni siquiera eso: son
cosas que se dicen en caliente.
¿Cómo construir así un sentido
que nos incluya, una fe que
nos abrace?
                        A dormir sin comer
pareciera la sentencia definitiva
pero ahora, cuando me doy vuelta y
compruebo que ya vas por el quinto
sueño, me pregunto en qué momento
el sexo pasó a ser un accidente
doméstico que conviene prevenir.











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