sábado, 25 de junio de 2016

Hugo Toscaraday


Hugo Toscaraday (CABA/San Antonio de Areco, Buenos Aires), Elogios o las alucinaciones del derrumbeHomoludens Ediciones, Bahía Blanca, 2016.














La pluma invisible

¿La intuición es un desprendimiento sutil 
del oscuro pájaro de la hermosura cuando pasa?
¿Una pluma invisible en el ojo del poeta?

¿Será, su rozamiento fatal, semejante al deslumbre de Adán 
la primera noche del abrazo? ¿O al deslumbre de Eva?

¿O como el temblor de la palabra TIERRA, 
en los oídos de Colón? 

¿Será semejante a la pausa, entre el vértigo de Arquímedes mojado 
y su grito?

¿O como el relámpago que iluminó la frente de Galileo 
ante la evidencia del espasmo planetario?

¿La intuición es una pluma invisible en el ojo del poeta?













Pagodas


1.

Al tío Ho le gustaba conversar con los niños bajo la sombra de las esterillas. 
Les hablaba de reyes decapitados, de príncipes traidores; 
del dragón de los arrozales que incendiaba la cabellera de los impiadosos. 
De las largas caravanas que trasladaban mágicas piedras y animales increíbles. 
De los bandidos tumultuosos que asolaban las aldeas y de su contra cara 
los pícaros contrabandistas que, siempre generosos, 
aplacaban el hambre de los viejos y claro, también, la sed de las muchachas.

Al tío Ho le gustaba conversar con los niños bajo la sombra de las esterillas. 
¡Y cómo reía el tío Ho con la risa de esos niños! 

 Al tío Ho –ahora el poeta Ho Chi Min le gustaba conversar con los niños 
bajo la sombra de las esterillas a pesar de los bombardeos y el napalm. 

Años después aquellos niños ya hombres, 
supieron que bajo la sombra de las esterillas 
habían escuchado el trino venidero. 





2.

Yukio Mishima ingresó en el pabellón dorado, 
buscando la huella del samurai perdido.

Yukio Mishima solía decir que añoraba el pasado porque amaba el futuro. 
Él sabía, o al menos presentía, que esa huella 
lo llevaría hasta la barba misma de las tradiciones más puras 
que su gente –dolorosamente había olvidado.

Yukio Mishima comprendía, o se esforzaba por imaginar, 
que con esa búsqueda su pueblo recobraría la felicidad.

Yukio Mishima –ahora el poeta Yukio Mishima ingresó en el pabellón dorado 
buscando la huella del samurai perdido 
y encontró la rebelión y mudó en harakiri.





































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