sábado, 12 de septiembre de 2020

Aixa Rava

 

Aixa Rava
(Tierra del Fuego, 1982 / vive en Neuquén)


Los sitios de mi cuerpo, Buenos Aires, Añosluz, 2019. 



















Armadura

Debajo del árbol me arrulla
como el viento a las ramas esa tarde
que me enfrenté a papá.
Diestra en el sostén de cuatro hijos
sus brazos rodean mi espalda
entrelaza las manos
y nos balanceamos las dos
una canasta humana.
Me dice No le contestes, hija...,
palabras que puedo entender
y nos hundimos en las lides del cuerpo
y de la mente
como queriendo justificar
levantamientos y sumisiones.
Así, la vida-contienda, el hogar-campominado
el lenguaje-aguja y estos hilos que
se enredan y no se cortan.

Madre, todavía no aprendo
y me encierro en el abrazo
debajo del árbol, el arrullo del río.
A veces la armadura
se parece a un cascarón
y se parte.









...voy a averiguar sola
lo que nadie me sabe contar,
voy a clasificar todos los géneros
de dolor que conozco como si fueran piedras.
                      Claudia Masin, "Geología"

Todos los días tienen sangre
no importa dónde mires:
el jumper el almohadón la silla los diarios
las sábanas de Mafalda las perras en el patio
una tortuga que muerde a otra bajo el cerezo.
Todos los días contar el número
de caídos, las horas
de amor constante más allá de la muerte
decía Quevedo que de muerte algo sabía
y quizás
también de amor.

Todos los días tienen sangre, Raquel,*
vos lo sabés mejor que nadie, te acostás
como si volvieras al pozo del que saliste
te acostás y soñás
            preñez       unos rizos negros
y unas manos
y unos pies
pero tienen sangre, todos los días
yo también lo sé, la veo
derramada por todas partes, ovejita mía,
mirá si no te voy a querer,
mirá si olvido... esta herida la lavé ayer
y hoy de nuevo, la macha roja
la piel lisita bajo la escara, la uña
hincada mordida encarnada

todos los días tienen sangre
maldigo a gritos mirando al suelo

una drupa germina de mis venas.


* Hermana de Lía. "La que llora a sus hijos" (Jeremías, 31:15).









Hueco

En la parte baja de mi espalda
hay un hueco
donde tiene que estar el sacro mariposa
desplegado
como muralla de contención
como fuerte medieval de mi columna
hay un hueco.
No lo supe hasta ahora, él
pone su mano refrescada con alcohol
                                                        y menta en gel
y lo encuentra.
Dice que es congénito, que el pasa
a mucha gente
que tengo que mantenerme fuerte
y gira
otra vez
el tema alrededor de la simiente.
Pero ahí está el hueco
en la parte más baja de mi espalda, él
hace presión, rodea el callo y de repente, aplasta.
La camilla resuena como si se hubiera
llenado de mis huesos
y una proyección de esfuerzo se diluye.
Durante las horas de trabajo interminables
acomodo sobre el hueco un almohadón
que lo separa del respaldo de la silla,
lo aíslo como si pudiera así
correrlo de mi centro.
No lo logro, pero olvido por un rato
y los discos cada vez más débiles
se asoman a través y se recuestan
sobre el reverso rugoso de mi cuero.









Lengua

...el impulso
de comprender con el cuerpo lo que se vuelve ajeno.
                     Diego Ravenna, del libro Agua

Anoche fue la última
al menos así lo creemos ahora.
Lo que esperamos es bienestar
pero en este momento todo es frágil:
la distancia entre nosotros, los abrazos,
los besos del adiós y del retorno.
Mientras me alejo en el taxi,
recuerdo el viaje de regreso a casa desde el bar
en otro taxi como en otro tiempo
riéndonos, besándonos,
con las bolsas del super sobre el asiento
todas para vos.
Si me hubieran dicho que estaríamos así en diez años,
no habría creído que duraríamos tanto
y en el universo que tejimos con palabras y notas
nunca hubiera imaginado este fin.
Quisiera haberme enamorado de vos para siempre
más que del subjuntivo.
De la propia lengua no escapa nadie.
































 

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