domingo, 28 de junio de 2015

Ayelen Sol Rives







Ayelén Sol Rives (Quilmes, Buenos Aires), Morada, Ediciones La Biblioteca, col. miliuna, Buenos Aires, 2015.






















De Infancia Natura


V

¿Qué hago yo?
Silencio en el campo si el viento no sopla.
Miro esas flores blandas y sus raicillas,
pruebo el pasto duro de comer,
rasco la corteza del sauce llorón y su savia resinosa se pega a mi piel.
Yo no estoy hecha del mismo material.
Ellas tienen su razón de ser:
las vacas se alimentan del pasto y de las flores,
nosotros comemos nuestras vacas.
El color de la mañana, ellas lo dictan;
después de la nieve también florecen.
¿Qué hago yo?
Me acomodo sobre las hierbas tiernas
que desbordan entre las piernas y el arroyo.
Abrazada a las rodillas, evito mirar el valle poblado
que se abre al otro lado del agua.
¿De qué estoy hecha?
Un agujero en el estómago.







De Lengua


Paseo

se conserva la memoria
como una piedra color rojo o gris,
que se levanta del camino pedregoso
y se guarda en el bolsillo.





Salina

                                                                                               y callo...
                     porque estoy pensando en los trenes de carga
                                   que pasan de noche por la Gran Salina
                                                                  Ricardo Zelarayán




La totalidad del mundo
la vida entera y sus variantes
se convierten en un enorme salitral
vacío y blanco, imperfecto y
brillante en su complejidad.
No lo resisto.
Como si en el plan este de andar
por el salitral
pudiera,
al quebrarse todo,
huir por la puerta del fondo.








De Terránea



Morada

Juntaba caballos en el monte,
los metía en mi canasta,
vainas de tres hijos
dulces y amargos.
juntaba para la molienda
y para los potrillo,
juntaba para hacer café y harina
para las noches de no dormir.
Juntaba tiempo muerto,
semillas de cada vaina
para hacerme un collar
y colgarlo por días
de mis pestañas.
juntaba palabras bajo el molle
pero no las escribía.
arándano, amaranto, aguaribay.
Sigo sin poderlas nombrar
ni llenar la canasta con ellas:
monte, anzuelo, sauce
con un banco debajo para el llanto.
Caían pero no las recogía:
moras, salvia, menta, papel de quemar.
la sombra no es estúpida,
me interesa seguir juntando
piedras para el molino.
Y en una tarde crear 10 bollos de pan
y ni una palabra
pero no sentir el cansancio,
no sentir los huesos moliéndose,
no sentir las vainas que caen del algarrobal.
No hay palabra que nombre:
algarroba, sauco, morada.


















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