domingo, 6 de junio de 2021

Amanda Berenguer

 

Amanda Berenguer
(Montevideo, 1921-2010)

Identidad de ciertas frutas, Delta de San Fernando, La Ballesta Magnífica, 2021.




















I

                                            ( la manzana 1 )


Por las manzanas
                            –deliciosamente–
conozco el deseo
descubro la salud
y esa larva de muerte
que se lleva en medio del esplendor.

Ser como la manzana
                                  implica
                                  todas las culpas
pero es excitante la propuesta.
La manzana es brillante
                     y peligrosa:
una sola puede incendiar un huerto.

Ser como la manzana
es estar –en la alta fiesta del día–
            toda de raso rojo y diamantes
y llevar en el índice enguantado    
            un anillo de sombra.






                                          ( la manzana 2 )

Una manzana color manzana
otra manzana sin cáscara
                       color de otra manzana
otra manzana desaparecida
                       saboreada:
de las tres ¿cuál la manzana verdadera?







II

                                          ( el durazno )  

Me gusta el durazno maduro:
me gusta el área de perfumes
               el ruboroso terciopelo
                                                   que rodea
                su jardín particular.
No veo el carozo escondido
                            ese crustáceo amargo
                            en la cueva de pulpa
                                                rosamarilla.

Sé que tropezaré con él
y quizá me salte un viejo diente de leche.

En el plato (asustadas como rocío)
                   han quedado unas gotas:
                                                            ¿almíbar?
                                                            ¿sangre?
  






XI

                                        ( la sandía )

Yo buscaba sin saber bien
qué era   repartir aquella extensa fruta.
               Repartir la sandía –me dije–
y sacrificamos en tajadas
                        su fresca encarnadura.

Quedó abierta sobre la mesa mostrando el corazón.
¿De la tarde? ¿De la casa? ¿Del silencio?

Repartir la sandía –me dije–  
es repartir una siesta de verano
                 una estación con vidrieras rojas
                                      y desierta
                 una cueva verde habitada por la sed.






XXII

                                        ( las nueces )  

Las viejísimas nueces
       arrugadas
       severas
       selladas celdas
de circunvoluciones sin memoria.

Cuando las toqué
                            al final de la cena
sentí
que se había encogido en mi mano
                                     el vasto mundo.
Apreté ese inesperado acontecimiento:
me parecía
imprimir las huellas de mis dedos
                                  y mis palmas
en esa cápsula leñosa
                        –guardabosque del vértigo–
sobre aquella estrella amarillenta
                                   que se hundía.
La fruta –a su vez–
              apretaba su aletargada moneda
              como se aprieta la propia vida.

Más tarde cuando abrí la mano
                 lo supe:
en la cerrada corteza permanecía
el bulbo del árbol de las generaciones:
un pensamiento fósil color coñac
conservado entre apetitosos aceites.























        

viernes, 4 de junio de 2021

Judith Filc

 

Judith Filc
(Buenos Aires / vive en Nueva York)

Año nuevo, Buenos Aires, Barnacle, 2021.



















Realidad virtual

La selva es oscura y calurosa.
Se oye un reptar bajo las hiedras.
Invade un olor a tierra húmeda.
Una mata de verde es un muro.
Dentro del muro hay silencio.
Detrás de él se extiende una pantalla.







Incendio

El fuego brilla y su corazón es blanco como la luz.
Brilla detrás de los árboles despojados,
de la casa raída,
de la playa,
de dos chicos de espaldas.
Brilla contra los camiones,
los helicópteros,
los hombres de uniforme,
Brilla, y su brillo apacigua.







Huracán

Las salas del hospital están oscuras.

La luz roja no titila.
El corredor está vacío.
Nadie sabe qué pasa detrás de las puertas.







Pobreza

La tiza traza una línea.
La línea establece un límite.
Nadie lo cruza. Nadie mira adentro.
Nadie sabe qué pasa.

Lo que no se sabe se olvida.
Lo que se olvida se abandona.







Soja

Las vainas, de un verde brillante,
crecen en el campo bajo el sol.
Hambrientas, se expanden,
avanzan,
buscan.

No queda nada;
solo un verde cada vez más alto.








Ciudad

El semáforo cambia al rojo.
Los peatones cruzan la calle deprisa.
Dejan alas abiertas,
plumas dispersas
y un cuello torcido.


























 

miércoles, 2 de junio de 2021

Inés Rando

 

Inés Rando (Buenos Aires, 1984)

Ser desierto, Buenos Aires, añosluz, 2020.


















Botones

Si cierro y voy por un pasillo oscuro
hasta llegar a una puerta que conduce a un altillo
y en el altillo hay un baúl que abro en mi memoria
lo que encuentro, abuela, es esa caja de botones.
Y si me centro bien, recuerdo los colores.
Había unos verdes redondos con recovecos,
horribles en su esplendor,
otros dorados, chicos, transparentes, nacarados.
Lo lindo era dar vuelta la caja de una
sobre la cama
sobre el cobertor de flores
y empezar a separar los botones
¿Por tamaño? ¿Por color?
¿Cuánto tiempo podía estar haciendo eso, abuela?
Mientras, vos planchabas o cosías
y yo me probaba los dedales
y me imaginaba que mi dedo
era un caballero andante.
La aguja, su espada.

La caja siempre estaba ahí para quien quisiera abrirla.
Al igual que el cariño de la madre de mi madre.
Y los botones se convertían en un universo a la tarde
en esas épocas en las que solo entendía
que mamá y papá no se querían
y que yo era una chica más callada y ordenada que los demás.
Hoy vine al mercado de San Telmo en busca de botones.
En busca de pedacitos de pasado.
Quería decirte
que vine a refugiarme
entre ropa vieja y costureros y botones ajenos
porque la historia arrasa
y las voces son lo primero que se pierde,
los mates dulces y tibios.
Quería decirte que crecí tanto que ahora los tomo amargos
–como la vida, dirás–
y más bien calientes.
Que vine acá porque es tan poco el amor
que la carencia se va comiendo todo.
Sigo siendo más callada que los demás.
Sigo callándome cosas, queriendo de más para adentro.
Y no puedo evitar acordarme, abuela, cuando dijiste
que te caía mejor mi hermana
porque ella era graciosa y hablaba mucho
y yo no te contesté porque era callada
pero observaba todo
y esa fue la primera vez
que no supieron leerme
que me rompieron el corazón
eligiendo a otra.








Sicaria

                                There is no one here
                                                but words
                                        Robert Creeley


He construido un amante en palabras
porque con ellas
puedo moldearlo a mi gusto
y con ellas puedo también deshacerlo
lastimarlo

guardarlo en un cajón
hasta que no respire







Mantra

Él no soy yo.
Él no soy yo.
Él no soy yo,
me repito como un mantra
para soltarle la mano
y dejarlo que descubra la crecida del río
que investigue las piedras
que tome el sol
pero que lo tome con las palmas de las manos
que lo sienta
que descubra el amarillo
el calor
que va a quemarlo para siempre.

Él no soy yo
y dejarlo ir
en el río
en la crecida
en las piedras

como las cosas que se van
pero conservan su belleza al alejarse.







Ser desierto

Los granos de arena se acomodan a capricho
y el paisaje parece diferente
pero siempre árido

quisiera ser un tigre y cambiar mi pelaje

o ser desierto

ser arena blanda
que cambia con cada rumbo del viento

ser siempre paisaje amarillo
que no ofrece nada
excepto por la sed

















lunes, 31 de mayo de 2021

Javier Saleh

 

Javier Saleh
(Buenos Aires, 1976 / vive en Ciudadela)

Caballera a nada grados, edición de autor, Tres de Febrero, 2021.



















De "Una mancha en lugar de un punto"




“En geometría descriptiva,
una figura geométrica
puede ser proyectada
de varias maneras
pero las propiedades
de proyección
de la figura original
permanecen inmutables,
cualquiera que sea
el modo de proyección
que se adopte”

Prof. C. ONZARI
Dibujo Técnico I, 1°F



(un vuelo de pájaro antes de pájaro 
y un vuelo de mosca ante el silencio)

en cambio estar no será
y nunca será antes
(nunca como sujeto)
ningún no admite
(ídem al anterior pero no tan ídem)
a sus espaldas
silencio de cadenas

su aquello acá
aunque apenas mismo
la mitad más
(llámese ver veres)
más de la mitad
(esa pequeñez llamada todo)

con su afán de hubiera 
usa su mío 
demasiado a la ligera 
pero el caso no amerita

a la toma de puedo
ese todo le va chico
como hace no
sin que luego
ya que poesía
de lo que hechos hecho
no se habla

para el lado del lado
cómo hace que se hace
no vaya a ser ser
(como si noche)
que nada se cierre sobre nada
un penal que quede dar
el no tiempo haciendo tiempo

por otra parte partes
un más venido a menos
su a menos que no
entre el vaso vasomenos vacío
y el vidrio de vidrio lleno
en que media medio miedo

como poner las cosas
en su no lugar
su no dar a luz luz
como si cómo
en vez de dos cadas
fuera una mitad

aun a lo que todavía no
aún aunque nada
nodos que no dan
(pies sin la noche)

ni siquera nada
por hache o por ve
sobre todo por hache
a torcer

a la sombra de dónde,
ya no está el árbol
una gota de agua

parecida a una gota de no agua
de nacido a no sido
sólo una letra
o pura ortografía
nos resume

un todo a rayas
un ní en ní mismo.









De "Escala 'las cosas por su nombre' en uno"




“Difícil no creer en Dios
con la regla T apoyada,
sin embargo, la ceguera
aumenta el nivel
de detalle”

Prof. E. MONTEMURO
Oficina Técnica, 4° D


(Respuestas rodeadas de favelas 
o claros que interrumpen el tardío matorral)

como a la rosa que desnuda
en el polvo se desangra
la nieve no la puede quemar
pero igual la quema

con los codos clavados
en la sobremesa
donde falta el hombre
un billete que se pone a trasluz
para ver si es verdadero
(así no la poesía)

nada puede
no estar o estar de acuerdo

el eterno parabrisas decís
(un balde donde suele gotear)
no es nada de lo posterior dicho

su uña mantonegra
hace de sonajero
existencial
enterrar nada
su no ladrar
a lo Pasteur mordido
de ahí que los ciegos
apoyen su no ver
sobre el chasis

la ficha dental no coincide
abrevia la oveja de su saco
(la hemorragia interna no se lee)
no escribir tampoco negocia
con terroristas

redonda como una manzana original
que le pasa de lado a Eva
no desenrolla cintas métricas
ni dobla el papel en cuatro

ocurre siendo imposible
jactada de tenerse yo en la mano
y no el vacío en su estado de jarra.






De "Despiece del fuego según normas ISO"





“En Callao y Corrientes, bien, 
¿pero en qué esquina?”

Ing. J. SOTILE
Topografía, 6° A


(Esta vez destituida de ahora 
y la vez que vez no existió)

como todo final de poema
no cicatrizan bien los puntos

ni gota te amo
cae del vaso te amo
dado vuelta

aunque de fondo suene
Saleh orquesta típica
los ciegos cortan a la juliana
no siempre la cebolla

otro silencio que habla por hablar
el miedo con su manera de bien común
la colilla encendida interpretando
que hubo amor

imposible ver venir la tormenta con los ojos
(otros siguen la lucecita del oculista)
el temporal va por dentro
como un pozo sin significado
yacimientos yoíferos bajo una misma nada

con el tálamo a puro sacapuntas
mordés el pedacito de madera
para tapar el dolor:

¿tocó lo infinito lo leyó en voz alta?
¿volvió con la flecha de Zenón?

¿otro vacío euclídeo
para la mesa individual
o demasiado perdón de adredes?

lo externo es impenetrable
todo es íntimo
y cada palabra lleva dentro
una reconstrucción de los hechos
(sorber el mate con ruido
síntoma de soledad):
la sidra se hace con las manzanas
que no pueden vender
dijo, y estoy citando textual

le llaman amor a la costumbre de amor
y su coronario estilo

(la mariposa soñando que el anafe
aunque con un cuarto de carga)

les sobra una ere a los teóricos
(tener un amor es ser tenido)
inventamos un suyo distinto
un último mi

(el plural tampoco es mío)

ahora el conjunto vacío
tiene forma de corazón en la arena 
y no es cuestión de gustos.






De "Viento negro en líneas de trazo"



“Cada vez que explico Ruffini 
los alumnos siguen sin entender 
en qué los va ayudar esto en la vida”

Prof. G. MAGAN
Matemática I, 1° F

(el goteo cumpliéndose inverso en lo inmediato 
la niebla fascinada por sí sola en lo inmediato)

niño con su nunca de juguete
y no hace tope
el cuchillo que sueña

la fecha en el pizarrón
al lado del día soleado

en su afán de sana sana

no es nada ya pasó
esta es la parte en que a los niños
se les miente
segundidad: sí es nada    y pasó

por supuesto que pasó
repasar un dedo por el mapa

de eso se trataba
uno va haciendo el hueco
que va a dejar

ronco silencio en “sh” mayor.





De "La independencia del V postulado y las geometrías no euclidianas"



"Por eso los sonidos agudos 
viajan más rápido que los graves en el aire”

Lic. A. FORESTO
Audiovisuales II (optativa), 5° C


(en todo caso no se puede la mejor madre del mundo
en todo caso se puede la mejor madre del hijo propio)

como al inicio del film
donde aparece la sombra
del director de montaje

le veo cara conocida a este cameo

¿la primera metáfora
se inventaría para
decir fragmentos
de murió?

mi madre y digo mi madre
porque sirve en el poema
era la que en la cámara fotográfica
salía con hemiplejia
(la tilde en la tercera i se los debo)

tenía en los ojos
el brillo de los cubiertos
que no podía usar
la blancura de sábanas
sin su compás de pis en la cama
recuerdo su último pañal usado
todavía a veces lo huelo

(el paciente cero se infiltra
como si el poema hubiera llegado aquí por error
y el caballo no fuese de Troya)

uno se aferra a cierta bufanda tejida
por cierta madre muerta uno
ritualiza la misma forma de servir el té
que la mano que no hace sombra

(que sea esa sintaxis y no otra
que terminara siendo esa sintaxis y no otra)

están las fotos los cuadros con fotos
(llenos de metáfora)
el hueco en donde antes
había algo que recordaba algo
y ahora el hueco que recuerda
el hueco que le hicimos
tantas veces sin veces muerte

a la muerte
(una madre también es una perspectiva)

nunca hubo una orilla más ajena al mar
ni hambre como mejor mantel
llegó, en sentido contrario al amor, al amor
como si una muerte de salva afeara
la belleza de ese rato
y el nunca hubiste se hiciese real

visto desde mamá
(no hay huellas de pies en la muerte)
esa frontera nunca queda atrás   nunca

como una roca quieta se desplaza nada metros
se escribe con los muchos que empujan sin estar

los muchos que no estando
niegan la ausencia

son casas en una frase 
sin su sí y sólo sí 
pero si la cambian de lugar
“humo en el verte”

morir no tiene olor
por eso al gas natural
se le agrega olor a gas
para detectar la pérdida.






De "La sexta aberración de Seidel"



“La cantidad no importa, 
ha hecho desastres en la Historia; 
decir que no, es un camino”

Dr. G. TIGNANELLI
Educación Ciudadana I, 1° F

(como si todo Sodoma 
se diera vuelta para ver 
o Lot hubiese sabido 
apenas contar hasta diez)

el todo decepciona 
porque es incompleto

su nivel de nieve 
no se refiere a sí mismo

cada movimiento previo 
a no estar quieto 
no va más lejos 
que la ola cayendo 
sin desesperación

entrecomillado 
por las buenas 
no pide nada para sí

(todavía el veneno sin hacer efecto 
en la ejercitación del vacío edificante)

lo que cada palabra 
le robó a las otras 
algo que de lo que menos hable 
sea de lo que indica su título 
(en la escala de nada a como si, 
demasiado no es un exceso)

la poética A no se relaciona 
con la poética B ¿según qué desde? 
¿o una bala es en toda su trayectoria?

el árbol arrancado 
tiene conciencia de dolor 
pero tiene silencio 
que no pudo ser arrancado

desde cero coma nada 
coma uno se hace entero

un peldaño aún menos de escalera 
que lléguese a llegarse 
(como si las cosas 
quisieran ser sí mismas)

el río es demasiado libre 
para volverse atrás

grados de poesía 
que no giran hacia qué

todos admirarán boquiabiertos 
todo lo mismo: 
al poema sin ahí 
deshacer le pertenece

¿o según mi apellido 
debería haber elementos árabes 
en cada imagen?

el cisne herido arrima su cuello 
(otro barro seco sin entender)

¿respecto a la frase hecha 
cobrando jubilación? 
las imágenes de mis amigos 
son mis amigos 
o dicho de otro modo

te entiendo norte
en esa posición
no debería ser tan cómodo
la soledad

la puerta bien firme
pero no cerrada del todo
como si del todo
desease otra perspectiva

un poco de hielo sobre el título
sin mi sangrando
de público conocimiento.










viernes, 28 de mayo de 2021

Martín Vázquez Grillé

 

Martín Vázquez Grillé
(Buenos Aires, 1976)

Este año que se desvanece, Buenos Aires, Llantén, 2020.












                                                        1975

Es el final de 1975, hace calor,

mi madre respira bufando,

yo soy un cuerpo que flota

en el líquido amniótico: no veo

pero siento, no chillo pero pateo.

La panza de mamá es grande y en punta,

los domingos va a dejarle

claveles rojos a su padre que se murió.

Un día como cualquiera lo encontraron

tirado en el piso de la cocina,

tenía el moño bien ajustado

y la musculosa

debajo de la camisa blanca,

debe haber sido una arteria

que se le reventó.

Ayer a la noche bajaron

a los que quedaban del ERP,

los fusilaron en Chingolo

y los llevaron

al Cementerio de Avellaneda.

Mamá ve pasar los camiones

llenos de gente muerta,

los tiran uno sobre el otro

en una fosa común.

Mamá baja la vista y sigue caminando,

imagina tormentas furiosas

en el cielo de Biarritz,

el crujir del fuego en las panaderías

del Montmartre, el sabor

de las aceitunas negras,

el color azul eléctrico

del mar Mediterráneo.

Tararea una canción de Julio Iglesias

y se escapa

por una puerta lateral del cementerio.

Yo siento el olor de los muertos,

lo voy a recordar.







                                                        1982

En la escuela suena la sirena,

practicamos a escondernos

por si los ingleses nos vienen

a atacar.

Nos metemos abajo del pupitre

y agachamos la cabeza.

Mi compañera de banco

se llama Valeria,

es linda, tiene una voz muy suave

y me ayuda siempre

con la tarea de matemáticas.

Apenas, a veces le puedo hablar.

Mientras suena la sirena

Valeria y yo nos acurrucamos,

juntamos los cuerpos,

nos tapamos uno al otro

los oídos,

esperamos las bombas.






                                                        1988

El padre del Tuli es petiso

y lava el auto todos los domingos.

Usa un bigote ancho de policía motorizado.

Al Tuli la música no le interesa.

Tampoco las campañas de Napoleón.

A veces corre por el patio de la escuela,

libre, con la velocidad

de una máquina centrífuga,

gritando a los cuatro vientos:

la destrucción soy yo, la destrucción soy yo.

Un día va a comprarse una moto

y se la va a dar contra un árbol.

O va a tener dos hijos

que jueguen en Arsenal.

Algunos días pescamos chanchas

en la Saladita.

Otros vamos en bici

hasta un barco encadenado

a la orilla del río,

que está muerto, empetrolado

y todo lo que alguna vez vivió ahí

ahora es parte de una masa negra

en donde no se refleja nada.

Nos escondemos ahí

y esperamos hasta que el sol

se funda con el agua sucia

y la tarde se haga violeta.

En el barco esperamos

la invasión extraterrestre:

unos aliens muy altos

con trajes de neoprene

que nos salven de ser grandes,

que nos salven de la vida

en el siglo veintiuno.






                                                        1990

Miss Martha dice que hablo inglés

cada vez mejor.

Tiene los ojos grandes

y unos rulos que le llueven sobre la cara.

Cuando me pide que elija

mi personaje favorito

yo digo Heathcliff, el de Cumbres Borrascosas.

Es negro, malo, lo encontraron en la calle,

se pelea con todos

y está enamorado de un fantasma.

Le dicen que es hijo del diablo,

que aunque estudie francés o se vista bien

nunca nadie lo va a querer.

A la noche le grita al viento

y se queda junto a la ventana.

Antes de entrar al taller de soldadura

Willy, Ale, Lucas, Dieguito y yo

nos escapamos al Mato Grosso.

El Mato Grosso es un descampado

con una laguna artificial,

hay planchas de telgopor gigantes,

hierro oxidado y algunos animales muertos.

Ellos se meten al agua y hacen guerras,

revolean juncos,

reman con palos,

se embarran los pantalones y gritan.

Yo nunca me animo a entrar.

Me quedo mirando desde afuera.

Siempre me quedo mirando desde afuera.






                                                        1999

                                        

                     El capital es trabajo muerto que,

             como un vampiro, vive sólo de chupar

                                                   trabajo vivo y

               cuanto más vive, más trabajo chupa.

                                                    Karl Marx



Ni Otranto, ni Kensington, ni el West End.

La escuela que está

justo enfrente de la Villa Tranquila.

Toto no vino porque ayer llovió

y no tiene otra ropa.

Carlitos anda medio en patas.

Estoy en cuarto grado y hacemos

crucigramas en inglés.

Andrea me pregunta

para qué estudiamos otro idioma.

Wanda se enoja.

Alber se quiere escapar.

Los quiero convencer,

les cuento de Miss Martha

ayudándome a pronunciar la T

junto con la H,

de Mister Gabriel traduciéndome

canciones de The Cure,

de mis tardes en la pieza

practicando los monólogos

de Heathcliff.

Les cuento de mi madre,

del peinado con brushing

que usaba Lady Di.

Alcides me pide que le dé

más mate cocido.

Antonio mira el cielo

a través de la ventana.

Son las 10 de la mañana

y se escuchan

los tiros de los transas acercándose.

No es Nairobi, ni Damasco, ni Teherán.

Las balas pasan raspando.

Nos tiramos todos al piso.






                                                        2001

A mi padre, Alpargatas le pagó

los últimos tres sueldos

con pares de zapatillas Topper.

Al padre del mono

lo echaron del taller

y a los meses se murió

de cáncer de pulmón.

A la madre de Dominguez

los milicos se la chuparon.

Todavía no habla de ella.

La hermana del Tuli

se fue a vivir a España.

Fugazza y Muzzarella

reparten pizza y empanadas

en un viejo carro a motor.

El hermano del Flaco enloqueció

y ahora lo tienen internado,

dice que los canas

que balearon a su padre

aparecen almorzando

con Mirha Legrand.

Estoy sentado en la vereda

cerca de la Plaza de Mayo,

tiré cientos de cascotes al aire

mientras corría escapándome

de los caballos de la policía.

Hay maderas quemadas en el piso,

somos varios los que sangramos.

Veo gente muerta alrededor.