Lisi Turrá (Buenos Aires/Guadalajara, México), La cacerola deslumbrante, Leviatán, Buenos Aires, 2014.
VII
Irrumpe
una gata en la mesa de trabajo
con
su melodía de pelos y minutos.
¿Tiene
alma el tiempo?
Ella
la tiene
sentada
en su país internacional
de
centímetros cuadrados:
tiembla
mientras le saco una foto
al
lado de las chucherías
desparramada
entre el esplendor
de
los tristes lápices.
Años
rápidos que pasan con la cola
parada
ternura
de la lengua en la certeza
de lo que escribe.
XI
Nadie
sabe que dentro de una
noche
que no terminó
barriendo
las estrellas bajo la alfombra
del alma
un
corazón pasó sobre las huellas
por
donde pisó el silencio.
Que
una vez fue un animal de oro
cuando
pronunciaba la luz del día
alguna
vez un dios multiplicado
en
la anatomía de los colores.
Hacia
una sombra despiadada
su
dolor maduro volvió los pasos
–poema caído–
variaciones de música desordenada
por la tormenta
y fue perro aullándole al relámpago
y como un papel en blanco se quedó
solo.