Algo de la poesía publicada recientemente en la Argentina.
martes, 24 de diciembre de 2013
Eugenio Polisky
Eugenio Polisky (Estados Unidos/Buenos Aires), silencio en la nada luz, textosintrusos, 2013.
lenguaje
hay un lenguaje que habla
en la nitidez del símbolo
en el desorden de la luz
en la soledad de una silla o el recuerdo de una copa o la decisión de languidez
de un mantel
en lo que vive en el salero o se esconde en el remolino del pan o grita como un
eco desde el fondo de una botella de vino
o de sangre
o de angustia
una palabra
como la sombra de una oruga
intenta hablar
ausencia
alguien no está
la luz lo espera
en el lugar exacto de la silla
el brillo donde no apoya el brazo
porque
alguien no está
la luz lo espera
y el mantel blanco
instantáneo
más blanco que la luz
ahí donde no hay un plato ni un vaso ni la cuchara de la sopa
porque
alguien no está
la luz lo espera
en el piso no están los pies ni las pisadas
hay sólo claridad
y la sombra de la silla
y un blanco que no es el blanco del mantel derramado por el borde de la
mesa sino el blanco de la luz
porque
la luz
espera
a alguien
y no está
Gabriel Gómez Saavedra
Gabriel Gómez Saavedra (Tucumán), Escorial, Huesos de Jibia, 2013.
Una yegua
Con el esqueleto adelantado
y la pata atascada
está.
La yegua
convocando a la última línea del aire
comienza a parir.
Nosotros
hábiles en posterizar
el caníbal del presente
le apuntamos
con las cámaras de los celulares.
Las sombras de las moscas
sudan
carro arriba
el único círculo de fiel arrimada.
La naturaleza
descabezada
ha reproducido el suyo
y puebla el ecosistema
del desamparo.
La opción
Por lo menos
antes
teníamos al montecito
como para ubicar la referencia
de las siluetas sensitivas.
Nos acostumbramos a ver
hacerse la luz
desde el suelo de las sombras
cuando éstas
venían inyectadas de sal
por la estrella provinciana del sur.
Ahora
que han bajado el montecito
y el carancho aísla
su embudo de carroña
que pronto trocará
en enloquecida esfera
de infinita nada,
no habrá
opción más práctica
que sentarse frente a las casas
a talarse los ojos.
Anahí Mallol
Anahí Mallol (La Plata/Villa Elisa), Como un iceberg, Paradiso, 2013.
el perfume
en la calle
esta mañana
compré un ramito
con tres varas de nardo.
por la tarde
al escribir
noté su perfume
que intenso y sutil
se esparcía por el cuarto.
así quiero estar
rodeando
las tardes de tus manos
intensa y sutil
presente
como tres varas de nardo.
(De "el arte")
la nuca
¿quién conoce mejor
el dulce picante del poder
sino el amante desencantado que renuncia
a toda pretensión de fidelidad como si
se tratase de un don despreciable?
imaginarse esa piel tan conocida
recorrida por algún otro hombre
sin rostro pero ansioso.
pero cómo complace imaginar
que no hay más que
dar un levísimo tirón
a los pelos ínfimos de su nuca
hacer un guiño con el ojo
o resollar despacio en su oreja para saber
que va a volver
ligera alegre flotante
a este regazo.
(De "la espera")
las manos
no es por esa voz tuya
que oigo
franca y directa cada semana
cuando te llamo a la oficina
ni por el perfume
de tu pelo y de tu sexo
que atraviesa mis dedos
después de las visitas
sino por el desliz satinado de mis palmas
por la superficie lisísima de tus pechos
y tus nalgas
llenas y redondas y además nuevas
nunca antes tocadas por otro cuerpo de mujer
por lo que te deseo
tanto,
mujer casada.
(De "la espera")
iceberg
sorprendente y hermoso
como un iceberg
descubrir
una nueva forma del amor
en la maravilla del cuerpo:
cuando él llora
de la punta de los pechos brota
una forma
perfecta de consuelo
una leche
blanca y dulcísima.
(De "el acontecimiento")
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