sábado, 12 de agosto de 2017

Jimena Arnolfi


Jimena Arnolfi (CABA), Hay leña, Caleta Olivia, Buenos Aires, 2017.























Menguante

Ahora que las noches son más cortas
espero que algo suceda bajo tierra.
Desde el primer día de febrero
y durante los días siguientes
es el tiempo de la cicatrización.
Debo desgajar, podar las ramas.
Es conveniente cortar los frutos
cuando avecina el cambio lunar.
La pulsión de la vida busca
entre las piedras como esos yuyos
que crecen a través del asfalto.

Entendí todo por un segundo y fue triste.
No todo está naciendo todo el tiempo.












Astronomía

Los cinco planetas más poderosos
del sistema solar se pondrán en fila
por primera vez en una década.

En busca de un cielo muy oscuro,
sacamos las reposeras al patio,
advertimos el descontrol de estrellas
entre el horizonte y la luna.

Estamos preparados para el espectáculo:
alineación de planetas allá arriba,
alineación de cuerpos acá abajo.

Permanecemos despiertos
aunque no se acabe el mundo.
Hay que tener paciencia
para que algo mágico ocurra.











Carnada

Sólo los peces muertos nadan
a favor de la corriente, así dicen.
La crecida no sabe los motivos.

El río nace y deshace con paciencia,
excede los límites de la orilla.
El animal no puede ver
su reflejo en el agua hervida.

El corazón clavado en el anzuelo
para que pique y caiga.
La carnada es engañosa,
oculta la muerte inminente.













Humedad

Miramos el monte como se mira el río.
A esta hora, los colores empiezan a mutar,
los animales varían el paisaje
con sus desplazamientos.

Los pájaros se juntan para volver
a sus hogares cuando cae la noche.
El miedo es una emoción necesaria,
en la medida correcta.

En una tierra así todo puede suceder.
El monte reclama un ojo activo.

Nos asombra cada tallo, cada flor.
Algunos árboles se balancean con suavidad,
otros se agitan con la ira del argumento.

Como las plantas, me lleno de hojas nuevas
que mañana caerán. El riesgo es justo.

Para mantener la fe en medio de la tormenta
se nos ocurre andar a puro sueño
y el corazón aprende, ojalá.












Macerar

Siempre almaceno datos inútiles.
El corazón del camarón está en su cabeza,
el de la ballena tiene el tamaño de un auto
y unas venas por las que podríamos nadar.
En la tierra caen diez toneladas de polvo espacial.
Las estrellas mueren y a veces continúan vivas.
Todo es, en su actitud, tan extraño y supuesto.
La sombra que buscamos, por ejemplo,
todavía desconoce el momento de la huida.
Muchas son las voces en un solo cuerpo.
Dame coraje para entender quién habla.