Diego Colomba (San Nicolás/Rosario), poemas incluidos en Código urbano. Una muestra de la nueva poesía rosarina, compilación de Osvaldo Aguirre, poesiaargentina.com, 2013.
“Cuando el peso del pasado se apoye en la nada”
Mark Strand
Mark Strand
Paz en la chacra
Desde abajo del palomar
es fácil tirarle
a las palomas.
Pero no vale
matarlas así.
El rifle
de aire comprimido
se dobla
como una pierna
huesuda
para cargar los balines.
Es pesado.
Podríamos jugar
a sacarnos los ojos.
Si el abuelo
nos ignora
mientras puntea
la quinta...
Igual desistimos.
Que la tibia luz del sol
siga dorando las chapas,
mientras una fuerte fragancia
de tierra, aserrín y estiércol
narcotiza la mañana.
Pero entra la abuela
cojeando al gallinero
y agarra del pescuezo
a la gallina
más desprevenida:
la revolea
como si le diera
cuerda a un reloj
hasta matarla.
Hoy
se come
puchero.
Desde abajo del palomar
es fácil tirarle
a las palomas.
Pero no vale
matarlas así.
El rifle
de aire comprimido
se dobla
como una pierna
huesuda
para cargar los balines.
Es pesado.
Podríamos jugar
a sacarnos los ojos.
Si el abuelo
nos ignora
mientras puntea
la quinta...
Igual desistimos.
Que la tibia luz del sol
siga dorando las chapas,
mientras una fuerte fragancia
de tierra, aserrín y estiércol
narcotiza la mañana.
Pero entra la abuela
cojeando al gallinero
y agarra del pescuezo
a la gallina
más desprevenida:
la revolea
como si le diera
cuerda a un reloj
hasta matarla.
Hoy
se come
puchero.
El peso del pasado
El abuelo hurga
un frasco con tuercas,
clavos y tornillos.
De vez en cuando
se queja
de los pinchazos.
Encuentra monedas
de todos los tamaños
que va depositando
en un estante.
Ahora la mano
venosa y manchada
del abuelo
me da dinero
fuera de circulación,
como sus horas.
Bajito,
para que no escuchen
las mujeres de la casa,
me dice:
“andate al quiosco
y traeme cigarros”.
El abuelo hurga
un frasco con tuercas,
clavos y tornillos.
De vez en cuando
se queja
de los pinchazos.
Encuentra monedas
de todos los tamaños
que va depositando
en un estante.
Ahora la mano
venosa y manchada
del abuelo
me da dinero
fuera de circulación,
como sus horas.
Bajito,
para que no escuchen
las mujeres de la casa,
me dice:
“andate al quiosco
y traeme cigarros”.