Joaquín Valenzuela (Dolores/San Clemente, pcia. de Bs. As.), La casa del deshielo, Huesos de Jibia, 2013.
la pescadora
la mujer le daba duro a medio mundo
rumbo arriba y un simple:
¡cornalitos! que con las uñas
retiraba de entre los hilos de alambre como
una araña sabia en aguas
ponía
los pececitos en un bidón recortado a
cuchillo y esa era la tarea: verse
en el reflejo de la ría
juntar
fruto de a poco
lo demás: tanques vacíos
sonares secos en lanchas líneas fijas al
fango y a cigüeñas entre
las poses del paseante
la nube al fondo con hebillas en
el pelo pastizales y patos
picazos revoleados todo en
pompa: globo globulinas de
sol ya en el flanco del ¡mirá
qué grande es éste, nene!
y un chico corrió hasta la mujer
abrió la mano
y atragantó al pejerrey por las agallas
que desde los
baldíos se levante
que desde una
esquina surja en hoja de
papel glaseado
en alto y que
oro en hojas
palpite sus humedades
pepitas de
rocío
el espectáculo
de la luz no pare
reflejo laser
trópico a tus ojos
lentos
levantados
para picar en
parpadeo
las cañas
aromos de
romero
cien picos sin
florescencia
sin
inflorescencia
desde las
cortaderas hasta la lavanda
y los cítricos
reflejos
de planta
permanente
un sol flojo