Jotaele Andrade (Azul, pcia. de Buenos Aires), La mano del verdugo, Ediciones de la
Eterna, col. Incunables, 2014.
Colaboración de María Belén Aguirre.
Habemos un
muerto en mí
cada noche respira
en mis pulmones avasallados
por los días
y el tabaco
despierta conmigo y me sofoca
nada
nadie
sólo yo soy su compañía
sólo yo retengo en mi carne
sus huesudas manos
su silencio rodeado de tierra
y gusanos
nada sé de su historia
no puedo sospechar si retuvo
la luz
o el espanto de haber nacido y haber estado
desnudo
y solo
o si quizás fue amado
como ama el mar a los naufragios
lo único cierto
es que habemos un muerto en mí
que crece
cada noche respira
en mis pulmones avasallados
por los días
y el tabaco
despierta conmigo y me sofoca
nada
nadie
sólo yo soy su compañía
sólo yo retengo en mi carne
sus huesudas manos
su silencio rodeado de tierra
y gusanos
nada sé de su historia
no puedo sospechar si retuvo
la luz
o el espanto de haber nacido y haber estado
desnudo
y solo
o si quizás fue amado
como ama el mar a los naufragios
lo único cierto
es que habemos un muerto en mí
que crece
Escribo con la mano del verdugo
alegría de haberte amado
desordenada alegría ya
tal un jardín
entregado a la maleza
o a la tempestad
y cerrada en su fulgor de astro acontecido
¡qué alegría atroz
ahora que ya es verano y las aves picudas
rebuscan entre las frutas caídas y los insectos!
oleadas de intenso verde se encabalgan a la totalidad
de un aire limpio y cerrado
alguien dibuja un vago gesto como si saludara
o espantara una mosca
el sol se desparrama sobre el silencio de la calle
ha sido verano tantas veces
y ha sido piedra y bajamar
lecho y recodo
hojarasca y noche indivisible
y aquello que casi imperceptiblemente acontece:
el rastro de la hormiga
el color confundido en la pálida llovizna
la curva que desandamos a diario
hablaba de la alegría
de haberte amado
de este sobresalto de escribir
alegría
con la mano del verdugo
desordenada alegría ya
tal un jardín
entregado a la maleza
o a la tempestad
y cerrada en su fulgor de astro acontecido
¡qué alegría atroz
ahora que ya es verano y las aves picudas
rebuscan entre las frutas caídas y los insectos!
oleadas de intenso verde se encabalgan a la totalidad
de un aire limpio y cerrado
alguien dibuja un vago gesto como si saludara
o espantara una mosca
el sol se desparrama sobre el silencio de la calle
ha sido verano tantas veces
y ha sido piedra y bajamar
lecho y recodo
hojarasca y noche indivisible
y aquello que casi imperceptiblemente acontece:
el rastro de la hormiga
el color confundido en la pálida llovizna
la curva que desandamos a diario
hablaba de la alegría
de haberte amado
de este sobresalto de escribir
alegría
con la mano del verdugo
Algo se oculta
entre las cosas que son o fueron
hay
algo oculto en el mundo
algo
un zumbido entre las voces aceradas del ruido
un signo que aparece en lo alto del médano
cuando soplan las bocas del odio
o la desdicha
un gesto convulso que coletea en el pez
clavado en el arpón
y no
es algo indefinido
impreciso
como decir el hurgante espesor de la luz
porque la luz es más allá de sí misma
y desorienta
a los cuernos majestuosos de la noche
cavando en las retinas
oculto
hay
algo
confundido contra los colores cerrados para siempre
quizás perfecto
quizás indivisible de sí mismo
una respuesta inútil
un vómito detrás de toda poesía
un niño dormido dentro de un obús
y no
algo
imperfecto
una cicatriz en el pómulo de alguien no nacido
un rabo tumorífero en la azucena
algo
divisible y dado entre las cebollas y el cuchillo
entre la mano que acaricia
y el vacío perpetuo
que cruza esa mano creyendo alcanzar la mejilla
y no
oculto
y acaso siniestro o débil
como un recién nacido
acaso raquítico y sucio y lleno de piojos
o lleno de escarabajos y de un oro imposible
como una pirámide
un cerdo
o la palabra amor
algo amor mío
como decir te amo y no poder rozar tu altísima frente
como perderte
de pronto
y que no duela
hay algo oculto en el mundo
yo no sabría decirlo
yo no sabría
algo
un zumbido entre las voces aceradas del ruido
un signo que aparece en lo alto del médano
cuando soplan las bocas del odio
o la desdicha
un gesto convulso que coletea en el pez
clavado en el arpón
y no
es algo indefinido
impreciso
como decir el hurgante espesor de la luz
porque la luz es más allá de sí misma
y desorienta
a los cuernos majestuosos de la noche
cavando en las retinas
oculto
hay
algo
confundido contra los colores cerrados para siempre
quizás perfecto
quizás indivisible de sí mismo
una respuesta inútil
un vómito detrás de toda poesía
un niño dormido dentro de un obús
y no
algo
imperfecto
una cicatriz en el pómulo de alguien no nacido
un rabo tumorífero en la azucena
algo
divisible y dado entre las cebollas y el cuchillo
entre la mano que acaricia
y el vacío perpetuo
que cruza esa mano creyendo alcanzar la mejilla
y no
oculto
y acaso siniestro o débil
como un recién nacido
acaso raquítico y sucio y lleno de piojos
o lleno de escarabajos y de un oro imposible
como una pirámide
un cerdo
o la palabra amor
algo amor mío
como decir te amo y no poder rozar tu altísima frente
como perderte
de pronto
y que no duela
hay algo oculto en el mundo
yo no sabría decirlo
yo no sabría