Irma Verolín (CABA), De madrugada, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014.
Colaboración de Marina Kohon.
Ante el efecto devastador de la muerte
hubo que recurrir a las matemáticas
que nunca fallan
que nos aseguran hasta el infinito que diez más diez más diez
serían inequívocamente treinta
por suerte éramos cuatro hermanos
un número par que facilita las operaciones.
Y nos dividieron en dos
siguiendo por supuesto la lógica de los apellidos
casi tan exacta como una regla de multiplicación.
Mi hermano menor y yo, con los abuelos
que portaban a modo de condecoración el mismo apellido,
los dos mayores, afuera
y allí permanecieron
en un afuera
tan pero tan inmenso
que ya no hubo forma de encontrarlos.
Orden y progreso: el linaje y las matemáticas
obraron el milagro del desquite
al menos por una vez
por una vez al menos.
hubo que recurrir a las matemáticas
que nunca fallan
que nos aseguran hasta el infinito que diez más diez más diez
serían inequívocamente treinta
por suerte éramos cuatro hermanos
un número par que facilita las operaciones.
Y nos dividieron en dos
siguiendo por supuesto la lógica de los apellidos
casi tan exacta como una regla de multiplicación.
Mi hermano menor y yo, con los abuelos
que portaban a modo de condecoración el mismo apellido,
los dos mayores, afuera
y allí permanecieron
en un afuera
tan pero tan inmenso
que ya no hubo forma de encontrarlos.
Orden y progreso: el linaje y las matemáticas
obraron el milagro del desquite
al menos por una vez
por una vez al menos.