viernes, 2 de octubre de 2015

Alberto Cisnero



Alberto Cisnero (Buenos Aires), Robé un auto para trasladarme a las soledades vivientes, Barnacle, Buenos Aires, 2015.



















I

robé un auto para trasladarme a las soledades vivientes. no voy
a decirseló más. esticomitia trunca. técnicas pretéritas. y son para mí.
presentes de mi. abandonados en la noche de los bosques. lejos, muy lejos
de donde está perdido un sueño. destellos. a la inocencia promesada.
lo veo sucederse ante el que quiera que fui. palabra no hay que admita
su enmienda o que en si misma lo restituya. y más allá de la línea tensa
del horizonte, del mundo en que viví, para nunca más volver. un mundo
equivocado. entonces sólo estaba esperando. tratando de recordar algo
que era más grande de lo que parecía desde lejos. servíamos
las bebidas en vasos de papel, la vida siempre a punto de terminarse.
que le sea concedido a nuestros anhelos prescindir de esos golpes.
somos pobres, sin embargo  podemos perder ciertas cosas.
tenga saludos míos, hermano mío. ¿entonces, éste es el final?
sí. necesito ayuda y a punto de proferir un grito (quizá ya grité),
recordando, tratando de recordar algo que era más grande
de lo que parecía desde lejos. así reduzca el enunciado a mí
mismo, pervierta, prolifere, invada, cabecee en otro secuestro expreso
interrumpido en la oscuridad de los campos, secundando confidencias
(jactancias de un yerro), indigno de verdad y de secreto y de cura
mediante la palabra, coto reopop o una piedra de elsinor.
que mascullen por jobi, saciedad y exigencia doméstica los modernos
bardos parroquiales. los cantorcitos de tracia. los almos. dispense
lo añada. poiesis no avendrá y es todo el oro. no, no tengo
ninguna prisa. tampoco por qué explicarle razones.
se trata de mi cabeza y nada más. así concluye el sueño.
y bullicio resurge. aquello que es burdo ante el reflejo y evoca
por tanto la desesperación. no es pa cecearlo en tertulias.
en el retrovisor mis ojos pequeños y duros. un silencio apenas.
mientras  el espacio entre cada estrella, incuestionablemente,
desaparece. no te esforcés, nunca nos habíamos visto antes.
durante un segundo nada sucedió. el motor ya emite su crujido.
que en mi palma pueda leerse, por encima de cualquier verdad
residió su impostura y por ende, su culpa fue perfecta. el primer
instrumento a la izquierda del panel es el velocímetro. sindica
la velocidad de desplazamiento del vehículo en kaeme por hora.
un odómetro totalizador registra el total de kilómetros
que ha recorrido el vehículo. siempre es útil conocer este dato.
en cualquier momento que fuese necesario. a cuanto se encuentra
uno de lo que deserta o aguarda por uno. lo que ocurra primero.
el pasaje de lo imposible a la fe. como al suscribir. sin alzar la mano.
como en despedidas sin remisión. o con un chumbo delante
de cuanto se manifieste en movimientos o atavíos. obrando solito.
lo más distante de la victoria. asedios. y todo eso y más también.
aunque no se reduce a un chasquido de dedos, a los huesos
cargados de esteban, al pelaje de alguna oscura bestia remota.
y no hay para qué. sepaló de antemano. descrea de un motivo,
la pericia justificante de cualquier oración. fáciles encandilamientos.
hablo de lo que pude retener. compelido por el vino y entre
dos tapas. un tapiz inmenso sobre folio, animal o tablilla. doblado,
buscando como aquel escriba que ploraba le fuera dado
encontrar frases desconocidas, palabras nuevas en una  lengua
pura y  jamás descrita, libres y despojadas de repetición.
y no aquellas cuyo legítimo y sagrado signo ya resultara caduco
a los antiguos. miles de años, hermano mío. habitan un reino
posible entre esos cuatro márgenes. palabras. ponderables todas.
créame. incluso o particularmente en los libros. en redacciones
compuestas bajo el efecto de algún narcótico que llegaron a nosotros
desde regiones alguna vez célebres. patmos, por citar ilusiones
sectarias. ningún género de convicciones. un fugaz instante
de perfecta quietud. no se regenerarán ni mantendrán su vigencia.
completan el acto de ponerse fin nomás. tareas dilatorias,
delatorias, ológrafas. dejemé con unas negras cuentas adosadas
a ritmos macabros. tanguitos de guitarras. letanías en loor
de otros imposibles. hoy tengo todas las cuitas encima.
cada mañana traté de posar altivo ante el botiquín. empeñado
en destruir algo. siempre estuve allí. buscando la salvación
y no encontrándola. sabemos a qué negamos. quien debe
o deberá a quien sus lutos. y con calma e inexactitud
no voy a eludir una respuesta cuando me alcance el destino.
esa ley. caret lege. todo saldrá bien. una escena segunda de un segundo
acto jamletiano. y el verano ya ha terminado. podría sonreír
y mirarlo de frente, alberto. parecería de verdad si lo escribiese.
la respuesta sería visible con la luz encendida. me miraría
con los ojos y la certidumbre de un grillo. como usted sabe, los grillos
se alimentan de la basura. sé que escribe. he leído, silente, mascando
coca, algún renglón que nombra e indica sus propios denuestos.
sé que escribirá sobre todos nosotros. robé un auto para trasladarme
a las soledades vivientes. se diría que traté de justificarme, de demostrar
algo, pero no lo logré. tan sólo volvía la cabeza. en el asiento
lo que necesitaba para vivir. cupo un una valija. y en un peso.
palpaciones en mi costado. la sobaquera. también tengo
un corazón cerca de ese elemento. aún. contundente.
¿adónde va ir un peso para que valga dos? un agujero del tamaño
de un doye polara en el corazón. las peripecias de las palabras
lograran mantenerlo a salvo. todo iba a terminar así: escrito.
la verdad de la propia fábula y lo que me impidió seguir
escribiendolé. ignoro qué cosa es un destino literario.
las tachaduras. qué tachadura precede sin objeto una sílaba
viva y sepultada con el nombre mismo. desatinos.
lo rubriqué en alguna esquela a su persona. era dado
a la observación. es un lúdico modo de guardar silencio.
y de dibujar los caracteres. idénticos juegos practicaba. farras
que devienen indigestas. ¿quién es usted? no lo sé. un bien
de familia. no se pueden vender. las palabras. vendar.
hablo y callo correctamente, al punto de cometer un error
tras otro. solía tomar cada frasecita que decía. con los años
de seguro descubrió oquedades y sinsentidos. o contradicciones,
su variable higiénica. en lo que haya guardado el nervio.
aprendí a ser económico con el lenguaje. simplemente
adecué una falencia. hay veces en que no disponés más
que de una oportunidad para decir algo. prosigo. conduzco
a ultra velocidad. en el espejo retrovisor reluce mi saco. gabardina.
media estación. es el vano regodeo de un fantasma. en horas
que un hombre comprende qué pugna por salir a la luz.
y de qué le valdría saberlo. y opta. isla, hijo, perro, nave, amada.
que de mí se diga: debía una vida. debí dejarle anotado eso también.
en un margen. gustaba de la frase breve, hermano mío.
una propensión a ello. conciso, diría. breves estancias, diría usted.
nos sustraemos los esclavos. se nos nota el pelo. bestias
del mismo pelo. gustó de los diccionarios. el archipiélago de la gula.
ya se ha curtido completo. dolor real no habita allí. cenizas ya son,
que muchacho iracundo me había resultado. los hubiera donado.
a fundaciones silvestres o ateneos. distingo que hasta incendió el rancho
en el cual se alojaba con alguien. palinodia directa. si hay que bailar
yo también soy payaso. pero aplausos pretenden los indiscretos.
en cualquier página escrita con dignidad y eso es sólo decir
con los huevos, encontrará que las historias varían en seudónimos
o locaciones. el destino, de haber, es uno. no se apesadumbre.
cuando apoye la cabeza en la almohada sabrá si lo que obró
durante el día podrá ser contado a otros. no hablo de ejemplos,
hablo de gracia. una ficción supone afán por decir con gracia algo
que ya se ha olvidado. borroneos. y todavía ando libre. funciona así.
primero pago y después elijo. no sé de ninguno que hiciese
todo lo que se esperara de él y a veces más. en lo que puede
uno hace igualmente dos veces algunas cosas. luego hay que pensarlas.
y todo no se pudo, hermano mío. la paz para los que pacen.


II

todo no se pudo, hermano mío. me acuerdo. limabas una ballester
y otras y luego las llevábamos a liniers a mercarlas. y aquella frasecita
dicha en un tugurio en flores, al entrar. cierren todo. ha ingresado
en la pequeña mitología fraterna. y toda la droga junta en la ciudad.
en ese departamentito que era un horno ecuatorial. y las noches
recorriendo la ruta tres. bailantas. de casanova a virrey del pino.
emborrachate con moderación que tenés tiempo. te veía en el retrovisor
la sonrisa. un sombrero. dijiste que te ibas a córdoba. y no te vide más.
llamaste hace unos años, estaba en la biblioteca, parecías nervioso.
todavía ando libre, dijiste, primero pago y después elijo.



III
un erudito encanecido que acabará sepultado por volúmenes
y fichas mira las últimas poblaciones, el precario género de su vida,
un acento diacrítico, en el mismo rincón, esperando que termines
lo tuyo. sobre esto sabemos muy poco. avanzamos juntos.
ya sobrevivimos a demasiadas cosas. empezó sin que nos
percatáramos. tampoco sabemos cuándo dará su fin.
leer y estudiar durante equis años de conformidad con un plan,
con blandicia de égloga, por usar localismos arcaicos,
lo que figura en un mapa y relata su pasado. murmuramos
un nombre, un mensaje después del tono.




Puede leerse completo con los mismos detalles de la edición en papel en: http://issuu.com/barnacle-book/docs/robeunauto