Fernando Ayala (San Justo, Buenos Aires), Tanto amor plateado, Barnacle, Buenos Aires, 2017.
Sabueso
¿Cuánto es todo por delante?
Dijo un pez de aguas profundas,
¿Hacia dónde? Dijo el Hombre.
Cuando estoy sensible, me duele la belleza
Nada puedes hacer, vida
Las cosas que se llenan con deseos
Son huérfanas de alma
La razón de vivir apremia y no puedo
Olvidarla. Un esbozo de mí. Gangrena.
Un espacio tenue adolece el músculo.
El corazón es un pulmón perdido,
Sangre en la boca.
¡Qué injuria!
Se muerde seca, en un nudo
Que late, en la garganta.
¿Qué sentir de las cosas, me dará pausa?
¿Qué forma inútil se acercará?
Los ojos agudos se empañan sin sangre,
Las lágrimas no desvían su curso
Y como torpes inertes se suicidan en masa.
Lo sembrado se disuelve en el mundo
Como una mala broma.
Sobre este cuerpo,
Oyendo esa voz que me abraza.
Flores químicas
Mantenerse enfermo para ahuyentar
El cólera, para evitar la fiebre,
La gripe, el dolor y el miedo.
Soluciones florales químicas
Inversiones de subsuelo
Elogio de locura instruida,
Perfectas palabras con razón
Placeres griegos de esquina
Romances sórdidos en alta voz
Las flores químicas
Las entrañas del pasado quemándose
En la hoguera histérica de los nervios
Los ánimos, se llenan de nubes,
Por el piso flotante.
Las flores químicas secando bocas
El camino de los cien metros
Lleno de vallas, de líneas
Blancas, que sirven de guías
Rectas, hacia el fin.
Ojos brújulas, ojos brujos
Que mueren, para reencarnar
En las almas que dejan piedad.
Las flores químicas sueñan
Con la tierra; sufren mano de hombre
Se ríen del hombre que las mata
Porque él mismo se asesina,
Anuncia sin remordimientos
La muerte del hombre por el hombre.