jueves, 27 de octubre de 2016

Daniela Camozzi


Daniela Camozzi (Buenos Aires), El amor en Blade Runner, ilustrado y diseñado por Bruno Rota, Buenos Aires, 2016.

















la amorosa comprensión del padre
Tyrell

hijo mío, te estoy esperando desde que naciste
sé que cruzaste toda la galaxia
para llegar acá

estás buscando solo una cosa: cumplir
con tu destino, como todos,
y pensás que yo tengo las respuestas

pero no es así, Roy, tu destino
no es interrogarme ni vivir eternamente
¿no ves que estás aquí para matarme?

solo necesitarás tus manos, acá
está mi cabeza, soy tuyo

debés ser fuerte y cumplir con tu parte
todo esto ya está escrito, hijo mío

no llores
no hay nada que lamentar













el fuego insolente del amor por el adversario
Roy

si ya maté a mi padre
mientras esa lechuza mecánica lo grababa todo
si ya ejecuté también a su lacayo
¿qué más ahora, sino brillar,
frente a vos, digno en mi final,
con mi pelo platinado y mis ojos de fuego?

me di el gusto de salvarte de tu caída
para que atestigües mis últimas palabras,
mi poema a los cielos y sus máquinas

¿no es evidente que fui yo quien buscó
cambiar el curso de la historia
desafiando la ley que me impusieron?

yo soy el verdadero protagonista,
vos, Deckard, solo sos un babeante
tembloroso personaje secundario














el amor como duda y como viaje
Rachael

no me interesa saber si somos tan distintos
o si justamente por eso, amor mío,
huimos juntos, envueltos en una música
que parece llegar de las estrellas
en un viento que es de este mundo
pero ruge huracanado como si viniese
del lejano lugar en que me hicieron

desafiás todo lo esperado de vos,
amándome, a mí, que solo tengo
mi estola gris, estos rizos de muñeca,
unos ojos que apenas parpadean,
la única posibilidad de mis programaciones

quizá ya se cumplió la fecha
estipulada para mi muerte
o quizás este viento que ahora
parece soplar incluso más fuerte
no nos deja pensar si el tiempo
que nos queda es mucho o casi nada

de un modo o de otro, Deckard,
aquí estamos, viajando en el más bello
convertible nunca visto
cada vez más lejos de la atroz secuencia
de los origamis, del cazador

que tan seguro estaba de atraparnos












el amor nos transformará en lo opuesto de lo que somos
Deckard

al apoyarse en las teclas del piano
tus manos hicieron sonar
una música perfecta
idéntica a la que tocaba mi madre

alguien habrá puesto
ese preludio en tus programas

yo no pude más que sentarme al lado tuyo
y al verte así
los rulos negros sobre la frente
tuve que besarte, Rachael,
y vos me dejaste hacer

mirándome con tus ojos de otra galaxia
cancelaste mi mandato de verdugo
me convertiste en esto que soy ahora
un fugitivo, tabula rasa

no sé y no me importa
si soy humano o androide
que otros interpreten, se preocupen:
yo solo quiero seguir conduciendo
viajar para siempre al lado tuyo