Liria Evangelista (CABA), Niña soviética, 2a ed., Borde Perdido Editora, Córdoba, 2015.
como
si fuera el gesúbambino el cristo
niño de mi abuela
fuente
de amor inagotable
así
solía
aparecerse lenin en el patio de mi casa
momia
de yeso hecha aire que había volado desde el Kremlin
vladimirilichulianov
se erguía –enhiesto y ruso–
sobre la mesa del patio
no
tenía corona
ni
manto de terciopelo ni un rosario envolviéndole las manos
venía
en cambio
reluciente
y nevado
el
gorro de piel apuntando al cielo
tenía
el dedo levantado
como
un sol de noche ese dedo
era
luz de todas las cosas
resplandor
que quemaba nuestros rostros
trémulos
de dicha y de materialismo histórico
ese
dedo
iluminaba
el gomero y la tortuga
la
ropa puesta a secar que se mecía con el viento
en
la llamarada de la tarde
papá
y vos extendían sus mamelucos engrasados
olorosos
de sudor obrero y bolchevique
para
que el divino los pisara
para
que dejara su estela inmaculada y roja
sobre
la tela áspera
él
luciérnaga
de la revolución socialista
acariciaba nuestras cabezas murmurando tovarichtovarich
rabotnikrevolyutsiyasotzyalismmir
y
nosotros en éxtasis
transidos
aunque
ignorantes de esa lengua lo entendíamos todo
esa era la esencia del milagro
la
luz verdadera del internacionalismo proletario
una tarde en la que el sol estaba tan rojo como bandera del proletariado
yo quise saber
quise escuchar la verdad más absoluta sólo de su boca
me arrodillé (padrecito padrecito)
alcé mi rostro hacia él como quien mira a un santo
hambrienta de su voz de su palabra
ávida de catecismo hijita de la revolución
y pregunté:
................................................................
................................................................
krasivayadevushka me dijo
sobre mí se inclinó (dochdochdoch)
su aliento que estaba oliendo a muerto
lengua martillo lengua hoz
mnogosmertkrasivayadevushka susurró
mucha muerte hijita mucha muerte
y apoyó su mano helada en mi mejilla
perdí
esa voz perdí la infancia y las tablitas sedosas de mi vestido anaranjado
las
teclas de mi piano la luz exacta de ese río el azul de sus ahogados
la
punta gastada de mis zapatos blancos botoncitos pasos hacia vos
que
esperabas de mí
todo
movimiento
mi
dedo húmedo pasando las hojas de los libros que me diste: todos.
eso
perdí
el
algodón con la primera sangre de los once
¿qué
más puede perderse en este mundo?
¿Acaso
alguien había sabido en Parque Chas que el ángel de la historia
espiaba
en el cajón de los cubiertos
contaba
cuchillos tenedores cucharas
lavaba
los platos escuchando nuestras voces
o
se quedaba escondido abajo de la mesa
abrigándose
del frío con el mantel de hule?
otras
veces sus alas hacían un ruido raro
y
yo pensaba que había cadáveres y vampiros
durmiendo
en la bañera
ahora
sé que era él
vigilando
cuidando
de nosotros
sus
alas nevaron de dolor el mundo
los
huracanes le arrancaron una por una las plumas de su ala
lo
fueron desmembrando
y
al final –delicado–
lo
posaron en la palma de mi mano
bolita
blanca gota de lluvia
y
aquí lo guardo todavía
como
terrón de azúcar caramelo derretido
(ángel de la historia grasita y cabeza
angelito
que andás por los cielos
vos
y yo somos
guardianes
de los sueños
vigías
de catástrofes
hijos
bastardos
de
todos los sufrientes)
lo
que aparece a veces por mis sueños:
un
lodazal de Stalingrado
el
patíbulo en el que murió Fucik
el
perfil de Largo Caballero
la
trenza de la Pasionaria
la
soga con la que se colgó Marina Tsvetáieva
–y
de ella veo el perfil de su zapato el tacón gastado:
cariño mío qué alegría
hasta que el alba
alcance a la siguiente
(y
son sus voces las que escucho
aquí mis sueños son apenas ecos de sus
ecos)
a
veces aparecen
la
cabeza ensangrentada del Chacho Peñaloza
el
útero canceroso de Eva Perón
el
olor de la sífilis que mató a Belgrano
la
carne blanda de Osvaldo Lamborghini
una
letrina en el Olimpo
deshechos
por
mi casa pasa el río marrón
las
barcazas enormes donde humean
los
huesos de los que alguna vez vivieron
todo
eso sueño a veces
el
mapa ciego de la historia
su
pilón de excrementos
sueño
con lo que el tiempo fue desintegrando
las
voces iban esculpiendo el mundo
me
revelaban la forma pétrea de la historia
su
santoral:
manual
de la academia de ciencias de la urss
el
mate ya tibio sobre la mesa de fórmica
y
ahí iba la mía voz como pimpollo
fresquita
como rocío de mañana
el comunismo se propone
dar satisfacción completa
a todas las necesidades
de los hombres
¿iba
a saber yo del lodazal helado de Siberia
(vivimos
sin sentir el país a nuestros pies
había
escrito Mandelshtam)
¿iba
a saber yo de la mujer que masticaba versos
hasta
hacerlos bolo fecal memoria incandescente?
(el
mar se aleja de mi el mar se aleja a dormir
Maiakovki
hacía astillas de su cabeza calva)
qué
poco iba a necesitar yo
al
final
cuánto pero cuánto
iba
a ser lo que no tuve