Algo de la poesía publicada recientemente en la Argentina.
jueves, 30 de abril de 2015
Ivana Romero
Ivana Romero (Santa Fe/CABA), Caja de costura, Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2014.
Bonus track: colaboración de Marcelo Leites.
Victoria
Cuando se iba la creciente, quedaban al descubierto
nuestros amores
húmedos pero aún magníficos.
Íbamos a buscarlos
tras los muros, entre el barro.
Porque el agua, según vos,
devuelve siempre
lo que no es suyo.
Fin de temporada
Sigo la ruta de los patos
que bajaron hasta una laguna.
Los que nadan.
Los que se acicalan las plumas.
Los que graznan
mientras se acaba el día.
Nadie los molesta.
Los bañistas se fueron.
Podría quedarme siempre así,
oculta entre los juncos,
de espaldas contra el cielo.
Lo único que quiero es volar
hacia las nubes,
delgadas como vestidos viejos.
Los hombres se quedan al borde de las mujeres que
desean (bonus track)
Al otro lado del vestíbulo hay una mujer insomne y un
televisor encendido.
No sé por qué pienso en una mujer, en una película
blanco y negro.
Será que a las cuatro de la mañana una ve su propia
sombra.
Me quedaré un rato aquí, con la puerta abierta.
Me destejo el pelo.
Me había dormido.
Apenas escuché tu voz busqué la ropa y dije “está todo
bien”.
Era como una plegaria. Yo rezo. ¿Sabés? La voz me
sostiene cuando siento el vacío.
Cada vez que subo y miro hacia abajo, aparece el vértigo.
Ese punto que no distingo me llama como una sirena
desde el fondo del océano.
Veo su pelo abierto en la corriente, sus senos cargados
con gotas de agua.
Pero no.
Debo levantarme. Debo irme. Aquí sigo.
Cuando me conociste, tenía el pelo mojado. Estaba
desnuda, pensando en otra cosa.
Ibas a cruzar el mar pero prometiste que volverías. No te
lo pedí. Lo hiciste, de todos modos.
Un día te dije que la casa parecía desierta, como si recién
hubieras mudado tus cosas.
“Es la idea”, escuché.
Entonces sí levanté los ojos.
Nos reímos, felices.
Como quienes no tienen nada y toman un terreno cuyos
bordes señalan con palos.
Ahí jugábamos.
Abría las piernas.
Si alguien preguntaba, hubiese dicho “la reina soy yo”.
Fui entendiendo los modales de tu piel.
Podíamos acabar con solo mirarnos.
Estaba atenta a vos y a la vez, absorta en mí.
Como ahora, que caigo exhausta.
Me abrazás para que la oscuridad no duela.
Esta vez podemos hundirnos y desaparecer en el mar.
Juego con tus llaves.
Las voces al otro lado son cada vez más audibles. Es el
silencio, que todo lo eleva.
Cierro la puerta.
Me calzo los zapatos.
Cepillo el pelo con los dedos, otra vez.
Sé que estoy hermosa.
Creo que me iré a casa.
miércoles, 29 de abril de 2015
Eduardo Rezzano
Eduardo Rezzano (La Plata, Buenos Aires), Alcohol para después de quemar, Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2014.
Los recuerdos se vuelven ajenos, el futuro se proyecta como un
teatro de sombras. En el piso de abajo, el pianista duda hasta
la desesperación entre un si bemol o un si natural. Parece el fin
del mundo, pero es el comienzo, que no acaba; el presente,
que lo invade todo.
teatro de sombras. En el piso de abajo, el pianista duda hasta
la desesperación entre un si bemol o un si natural. Parece el fin
del mundo, pero es el comienzo, que no acaba; el presente,
que lo invade todo.
Día perfecto
En un día perfecto
como el de hoy
añoro el paso del tren
sobre mi casa
a través de las paredes
haciendo saltar las paredes
la destrucción de mis
muebles mis recuerdos
Pero mi casa está
en pie y abandonada
y el día es perfecto
bajo el sol oblicuo
que cae largamente
¿Alguna pregunta?
Todas son preguntas
todas son respuestas
lunes, 27 de abril de 2015
Eduardo Abel Gimenez / Cecilia Afonso Esteves
Eduardo Abel Gimenez (CABA): poemas / Cecilia Afonso Esteves (Córdoba): ilustraciones, Tus ojos, Calibroscopio, Buenos Aires, 2014.
Tus ojos son
como el dolor de una sonrisa
a destiempo,
como un adiós,
como las hojas secas
que caen hacia el agua,
como el comienzo del eclipse,
como un fantasma
en el espejo,
como la última gota
en el frasco de perfume,
como ir a un lugar
que ya no existe.
Tus ojos son
como comos,
como comas,
como comienzos,
como cometas,
como comedias,
como comodoros,
como comodines,
como comensales,
como comisuras,
como todo con o,
como si.
Tus ojos son
como la suma de otros ojos,
como la diferencia entre otros ojos,
como mis ojos
pero sin la tristeza.
Las imágenes de las ilustraciones de Cecilia Afonso Esteves
están tomadas de su blog, una flor de papel.
lunes, 20 de abril de 2015
Jorge Paolantonio
Jorge Paolantonio (Catamarca/CACA), Baus o la lenta agonía de las especies migratorias, El Mono Armado, Buenos Aires, 2014.
Colaboración de Patricio Foglia.
ladrillos
blancos mesa verde
bajo las uvas negras
los grandes
toman cerveza rubia lúpulo explica el abuelo
espuma dice la tía frescor acá dice la tele
nos asesina
una abeja que volaba mareada entre racimos
llanto de
noche caliente a
tu hijo sacale el aguijón
igual el bicho muere
¿qué no se pasa con un trago de amor?
digo infancia
más muertos que los muertos
la maestra
nos llamó maricas
el que
marcó mi verso desparejo
la inventora del pan de los pobres
el violador
del galleguito panadero
la
comadrona que ahogaba gatos
el
ciclista que atropellaba
gallinas
la que
vacunaba contra la difteria
el que
negaba el exterminio wichi
la
declamadora de alfonsina y nácar
el cura
varela la hermana modesta
el papa
gordo la niña azucena
la
revolución libertadora las proclamas
la
cañonera la libreta de
enrolamiento
los
embalsamadores los salvadores
los
mesiánicos el generalísimo
el
césar la reina de corazones el anís
ocho
hermanos
los saratoga sin filtro
a la memoria de
Manuel
Chiesa
como si
vieras
como si
vieras mi revés más oscuro
me
atrinchero empiezo a confesar
en voz muy
baja como un susurro
las veces
que rogamos por amor
las
partidas y ausencias en amor
los
silencios cosidos al costado del
amor
dentelladas heridas
rasguños cicatrices
en fin lo
que se oculta cuando alguien
habla feliz
en primera persona del plural
miércoles, 15 de abril de 2015
Irma Verolín
Irma Verolín (CABA), De madrugada, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014.
Colaboración de Marina Kohon.
Ante el efecto devastador de la muerte
hubo que recurrir a las matemáticas
que nunca fallan
que nos aseguran hasta el infinito que diez más diez más diez
serían inequívocamente treinta
por suerte éramos cuatro hermanos
un número par que facilita las operaciones.
Y nos dividieron en dos
siguiendo por supuesto la lógica de los apellidos
casi tan exacta como una regla de multiplicación.
Mi hermano menor y yo, con los abuelos
que portaban a modo de condecoración el mismo apellido,
los dos mayores, afuera
y allí permanecieron
en un afuera
tan pero tan inmenso
que ya no hubo forma de encontrarlos.
Orden y progreso: el linaje y las matemáticas
obraron el milagro del desquite
al menos por una vez
por una vez al menos.
hubo que recurrir a las matemáticas
que nunca fallan
que nos aseguran hasta el infinito que diez más diez más diez
serían inequívocamente treinta
por suerte éramos cuatro hermanos
un número par que facilita las operaciones.
Y nos dividieron en dos
siguiendo por supuesto la lógica de los apellidos
casi tan exacta como una regla de multiplicación.
Mi hermano menor y yo, con los abuelos
que portaban a modo de condecoración el mismo apellido,
los dos mayores, afuera
y allí permanecieron
en un afuera
tan pero tan inmenso
que ya no hubo forma de encontrarlos.
Orden y progreso: el linaje y las matemáticas
obraron el milagro del desquite
al menos por una vez
por una vez al menos.
martes, 14 de abril de 2015
Diego Rosake
Diego Rosake (Bahía Blanca), Luna en bicicleta, Hemisferio Derecho, Bahía Blanca, 2014.
PENSAMIENTOS DE ANTONIO A LA HORA DE ENCONTRARSE EN EL FRÍO DEL PISO O DE LA INDIFERENCIA.
19:00 hs
Qué dolor de estómago
y de huevo
seguro el hambre
y no
y caigo
y el suelo
–está más frío que esta mañana–
y caigo
o caí no sé
la gente
no entiendo la gente
no me ve
acá abajo ayuda
detrás de los harapos y la tierra
ayuda
soy invisible
y los segundos y los minutos
soy invisible
y las horas
soy invisible
soy monetariamente invisible
EN LA ESQUINA DE CHARLONE Y VIAMONTE, SOBRE UN SUELO CADA VEZ MÁS COMPRENSIVO, EL CUERPO DE ANTONIO RECUERDA SUS FELICIDADES.
19:45 hs
Duele el huevo
la hernia el hambre
por lo menos el cuerpo aún responde:
se acuerda de sufrir el vacío
la ausencia de comida o calor
la ausencia
a través de mis manos puedo ver llegar
a la patrona
y sí
alguna vez hubo una patrona
de muslos fuertes
y abrazos
que sabía
de compartir puchero y ausencias
la ausencia
la patrona ausencia
la ausencia de la patrona
de ella
y hacete ver decía
y yo tinto
y hacete ver
y yo más tinto
y hacete
y yo todo el tinto del mundo
que entiende de dolores
más que una junta de médicos
[...]
20:30 hs
Soy chico
diez años en el parque
mamá trabaja en un carrito de copos
y que no jodás pendejo
que molestás a los clientes
y no me importa
si los copos son de nube
y nadie es dueño de las nubes
entonces los caballos
de la calesita
son los mejores aliados que supieron escucharme
y soy el zorro
pero el olor a copo es más fuerte
y la panza se subleva
del buzo de plush
del bolsillo
asoma esa botellita
la que mamá guarda debajo de la cama
y que remplaza sus comidas
un trago y todo quema
ahora sí soy el zorro
y aguanto contra treinta sargentos García
miércoles, 8 de abril de 2015
Bruno Di Benedetto
Bruno Di Benedetto (Buenos Aires/Chubut), Nada, Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2014.
Colaboración de Luciana Mellado.
3.
nada en el ahogo
la falta de oxígeno
no empieza en los pulmones
sino en su dibujo de árbol sumergido
no en el ojo
sino en la necesidad de ver.
16.
nada para
leer
pero la tinta
desleída
flota en la misma mirada
que la borra
desleída
flota en la misma mirada
que la borra
en lo que queda
en el fondo
en esa adivinación
en el fondo
en esa adivinación
nada.
38.
nada en la
desorientación
según
el eje magnético
de
los cardúmenes
los
polos son dos:
el
miedo y el hambre
la
tentación de la brújula
es
su fruto envenenado
mejor
nada.
39.
nada en los poemas viejos
bestia
plana la sequía
de
lo que no se pudo decir.
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