Gorriones de la noche, Trelew, Remitente Patagonia, 2020.
Quien mira el cielo sabe que los límites son de agua.
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De noche, el viento se detiene. Un perro que ladra inventa el desierto.
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Se trata de la misma soledad: las hojas golpeando en la pared, la caída de la nieve sobre lo que se creía perdido.
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Algunos instantes se quedaron conmigo toda la vida. Porque la eternidad no es más que un vicio, luz que se enciende de a ratos.
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Es necesario cruzar el desierto. Allí donde las fronteras fracasan y un rayo de sol nos desafía.