De "La ira"
Salvo las ventanas que miran al parque
Contiene ira
la palabra lira,
el instrumento musical
del poeta.
Yo tengo esta letra:
La "L"
de lira,
de lirio,
de letra que entra
con sangre
y corta la vena,
bermeja
tormenta
de Dios en el cielo.
Un pecado esta lira
no canta
el cantar
de los cantares,
no entona
los acordes del amor.
No la quiero,
la aviento contra el piano
y el jarrón japonés.
Contra todo,
salvo las ventanas
que miran al parque.
María Celia Iribarne
–¿Por qué este nombre tan antiguo, papá?
–Porque era fino.
Me nombran con vocales elegantes,
con refinadas consonantes
y a épocas de antaño, evoco.
A las puntillas de una enagua,
a los caireles de la araña,
al ombú de la Estancia.
De labios maternos; un trueno
la melodía. De los paternos,
sinfonía wagneriana para piano.
Fila uno a la derecha.
Superpullman. Palco Primero.
Y viene siempre del Este
o del Norte,
la canción de mi nombre,
nunca del Sur,
ni hablar del Oeste.
Con una pompa en la boca me llaman
y en el aire reverbera una estela
de laureada poeta, de Madame
en blanco tailleur
por el Boulevard.
¡Qué porte, qué donaire, qué piné!
De "La amargura"
Secretos de familia
Mi
bisabuelo se quitó la vida
en
el despacho de su gran empresa.
Mi
abuelo andaba desnudo por la casa.
Mi
padre se emborracha y me lo cuenta.
A
mí, que soy bisnieta de un suicida,
nieta
de un nudista, hija de un borracho.
También
Noé fue un padre borracho.
Lo
dice el Génesis.
Su
hijo lo encontró dormido
y
desnudo en un viñedo.
Y
aunque con un manto lo cubrió
igual
sintió vergüenza al despertar
y lo
maldijo:
"¡Esclavo de tus tíos
y hermanos serás!".
Tal
fue la maldición
que
el padre de la humanidad,
el
hombre que sobrevivió
al
diluvio universal
y
repobló la tierra,
le
echó a su descendencia.
Dicen
las
malas lenguas
que
esto pudo haber dado comienzo
a
la esclavitud en el mundo
porque Cam, el maldito
de
los hijos: era negro.
Padre,
mi
manto es esta trama
quebrada
de lunáticas palabras.
Perdoná
si al desnudo te dejo
cuando
intento abrigarte.
La azalea
I.
Una madre
deja a su única hija en el balcón
para que cuide a las plantas,
que aprenda a amarlas.
La madre en verdad
quiere tomar un baño caliente,
estar en paz.
Las plantas aburren a los niños.
Denles magos si los quieren
quietos y en silencio.
Años más tarde
me cuentan de la azalea,
da una flor color rosa
quizás por eso la ignoraba
pero son voluptuosos sus pétalos,
dan ganas de tocarlos.
Tuvieron que llevarla a la azotea
a que reciba más horas de sol,
parece que está muerta,
sin embargo hay un brote
que aún brilla
en su inocencia verde,
ignora la muerte.
De "El amor"
Lección del sauce
I.
A
las hojitas del sauce llorón,
que
llegan a mojarse con el agua del río
porque
el viento las hunde y las eleva
cuando
quiere, les pregunto:
¿Cómo
es soportar todo el peso de la gota
y
aun así bailar en el vacío,
darme
un momento de gracia
en
el que olvido
y
siento la savia animar
mis
tiernos filamentos?
II.
Me
siento en un banco
a
la vera del río
y
entre las vetas de la madera
brotan
hojitas débiles
con
pintas blancas.
Ya
vi flores nacer de grifos oxidados.
“Insisto
en ser árbol”,
dice
una voz fantasmal.
La azalea
II.
Un
padre riega una azalea
durante
todas las tardes del verano,
sube
15 pisos después de trabajar
a la
azotea de un edificio céntrico
en la
ciudad.
Mira
las ramas, mueve la tierra,
persiste
su fe
en el
único brote brillante.
La
planta, en la azotea
conoce
al fin lo inmenso del cielo
ya no
tiene esa forma de trapecio
que
delineaban los contornos
de
los edificios, las antenas, las cúpulas.
Ya no
hay esfuerzo por llegar a la luz,
ni
sombra temprana que enfríe la tierra.
Todo
el espectro del sol para ella.
Apenas
los primeros, apenas los últimos
rayos
aún desconocidos por su corteza.
Y a
la tarde otra vez el agua
fresca
que el padre vierte
sobre
los capilares que arden
como
la tierra.
El
encargado
del
edificio y de cuidar esta planta
mientras
mi padre trabaja se llama Ariel.
Una
tarde, lo esperará en el hall central
y le
dirá "¡Señor Juan, señor Juan
la
azalea dio una flor!". Y los hombres
subirán
como niños los 15 pisos
para
admirarla
y
decirse palabras de amor
ante el milagro y lo sagrado.