martes, 24 de agosto de 2021

Leandro Surce

 

Leandro Surce
(Florida, provincia de Buenos Aires, 1984)

In medias res, Río Cuarto, Cartografías, 2020.



















4.

Quitame los ojos de encima
arrancame sin culpa parte de la cabeza
dejame los dientes apretados
dentro de la boca cegada.

Ahora
tocá sin asco el resto de mi cuerpo
preguntá si ha quedado alguien
dentro
                                                                        o fuera
de mí.







6.

Los colores
no quieren decir
nada

todo
en lo que crean
ha de ser
visto.







10.

Ninguna geometría
admite el rojo*.

Claro está.
¿Cómo podría la ciencia
pura del espacio
torear al ojo
coloreado
sin temor
a difuminar
su propio reino?



*"Moonlancholia" (Los límites del control), Yamila Bêgné.







14.

Probablemente un cuerpo muera
en el preciso instante en que su sombra
halla al fin aquello que anda buscando:
un punto de fuga
el agujero de una ratonera
la boca de un caño de drenaje
el ojo de una cerradura
o sea
la brillante oportunidad
de caer más bajo
y perder el sentido de la orientación
hasta vomitarse encima
el vértigo de una disipación
irrefrenable.







30.

Sobre la mejilla lista del lienzo no.
Es demasiado esperable.
Así no se da ni se recibe un golpe.

Para que la tela sangre
se la debe atacar por la espalda.
Es necesario desmontar el bastidor
dar vuelta la tela
exponer
su rugosa credulidad
para que la marca
irracional trabaje
y la piel se curta
como si se encontrara
por primera vez
a la intemperie.







41.

De Munch a Bacon
idéntico es ese paisaje
que al inhalarse
perfora
la tibia esperanza
de hombres
mujeres
y años.

De vez en vez
las bocas se abren
para tragar o
para dejar
escapar
no tan lejos
el grito.



El aire lleno de nuestros gritos.
Pero la costumbre ensordece.

Samuel Beckett, Esperando a Godot.







49.

Pensar en la cabeza
para no agarrarse la cabeza.
Seguros de la cabeza:
el cráneo
el cuero cabelludo
el cabello
el sombrero
el paraguas
el techo.

El miedo de la cabeza
vive en el cielo.

Si un día
la piedra de la locura
cae
atravesando
el techo
el paraguas
el sombrero
el cabello
el cuero cabelludo
el cráneo
y nos da de lleno
en la cabeza
ante todo
no hay que perder la cabeza.

Hay que agarrarla bien fuerte
con ambas manos

preservar la fuente
de los sentidos

pensar
en el cuerpo.