viernes, 18 de septiembre de 2020

Pola Gómez Codina


Pola Gómez Codina (Ramos Mejía, 1982 / vive en Buenos Aires)

De fondo suena siempre Whitney Houston, Buenos Aires, Salta el Pez Ediciones, 2020.

 

 








No desaparecen las plazas en invierno

                                            A Tamara, que habla poesía.

 

Ella me dijo vamos a la plaza

yo dije que era el día más frío

en veinticinco años

que lo decía el pronóstico que lo decía

la meteoróloga pero ella

me arrojó su lanza tibia

 

no desaparecen las plazas en invierno

 

 y la frase, cortante entre los muebles

se me instaló en los treinta

años del cuerpo

y pensé en la plaza del cañón en Lomas

del Mirador

había una calesita

estilo parisino con luces había flores

pequeñas que se abrían de noche

la casa de mi tía con un pasillo al fondo

y la casa

de la pobre Hermelinda

con sus paredes húmedas cayendo

sobre los guisos dulces

y la nieve de julio en 2007

sobre Mosconi sobre el hombre

muy alto que yo quise

hasta cubrirlo

hasta volverlo plaza

nevada

 

 

 

 

 

La virgencita

 

Una virgen

por algo la guardaste

tiene cara de hereje

como si con su aire inmaculado

murmurara secretos y dijera

vas a mojarte

también la vida es eso

mirar los ojos de alguien

apretar delete

tomar el té a la madrugada porque te desvelaste

y mojar galletitas en la lluvia

mañana trabajás y no hay licencias

para esta soledad

para esta yerba mala que revuelve las tripas

va a sonar la canción del programa de radio

y vas a levantarte aunque entonces el día

sea la noticia que quieras perderte

y los mates y vos sean un manojo tibio

que se endurece mientras algo avanza

de chica eras distinta, no querías

quedarte sola en un jardín

eso debe haber pensado tu abuela

que era pisciana

y te entendía

por eso hizo con vos la sala rosa

o sea la vieja se quedó sentada

en una silla diminuta

de marzo a diciembre

ahora sí te quedaste sola en tu enredadera

tenés miedo aunque escuches

la música de tanda del programa y sepas

que ese tango no es tu leimotiv

el mundo se está abriendo como un cráter

a cada lado del abismo hay rutas

sos demasiado atea para rezar

pero la virgencita te mira con un ojo

pero la virgencita

                                                                                                                         

 

 

 

 

Guarania

 

Mi padre guaraní tocaba el arpa

y cantaba como un canario blanco

venía de la selva, ese lugar

donde viven los cantos

era el hombre pequeño que podía

convertirse en un ave, mi madre

hija de un cocinero de barco, mascador de tabaco

que se mecía para arrojar especias

en las ollas

vino de Paraguay soltando carambolas

rambutanes

papayas

esas frutas extrañas

que no crecen en árboles

de Merlo Gómez

Los dos tenían frío, siempre

frío: ro’y, ro’yeterei, ro’yeteiko

rezaban

un idioma secreto que no me compartían

el sonido dulzón como sopa

mainumby, purahéi, Kuñataĩ

les dije un día para sorprenderlos.

Me miraron con miedo, pellizcaron

mis brazos de choguí, me dijeron

No hables nunca más

en guaraní