Ana María Grandoso (Carmen de Patagones, 1946)
La naturaleza de las horas, Comodoro Rivadavia, Vela al Viento Ediciones Patagónicas, 2018.
Lo que se ve a través del vidrio
parece un cuadro.
También ella
sentada de este lado
en la maqueta de su casa
puesta con una pinza, con cuidado
para que no se mueva lo de alrededor.
De este lado, ella
es el cuadro.
No hay calma asegurada.
Con una sola chispa
se incendiarían
las maderas resecas
del cuadro.
No sé de dónde viene
esta contentura diminuta,
tan privada.
Un envión y al sentarme
me sorprendo, otra vez
mirando mi pie descalzo.
No sé por qué
justo cuando sale entre las sábanas
a punto de apoyarse
en el suelo tibio
de madera.
Cuando paso por una “situación” emocional del entorno familiar,
aunque solo yo la viva; dibujo florcitas, dibujo florcitas.
Todos queremos tocar el cielo –dice una canción–.
La contradicción
alimentada en la belleza de los jardines,
el estallido de las flores
sus estambres y pistilos.
Paso por los jardines
quiero mirar, correr las cortinas.
Se mueve un reptil
entre hojas agitadas
en la vida de sus habitantes.
¿Más bello es el jardín
más desdicha humana?
¿Qué hay en las piscinas del nadador –John Cheever–
de aguas siempre “color zafiro”?
Verde, verde,
oloroso el césped
amenaza de la belleza.
Corto todas la flores hoy,
una a una
las tiro al río.
Finas mariposas del otoño
que está llegando
traen un aire celeste
la siesta de marzo.
Las flores color de la sangre
bajo la parra
aprietan el vuelo del colibrí
con su parte de arco iris
en el pecho.
¿Acaso tiene
una isla de poesía
en la cabeza
imposible de decir?
¿Quién sería si no pudiera aislarse
con este lápiz en la mano de escribir?
Las palabras ruedan
bichos bolitas
ruedan por la siesta
todavía.
Con una mota de polen
para el jugo que viene a buscar,
espero al colibrí.
Quiere atravesar
la ventana.
¿Qué o quién me dice
cómo vivir el instante?
¿Qué Tao, Buda, Zen
me lo aconseja?
Entro al vacío de la contemplación
son milagros de la naturaleza de las horas.
Un momento entre dos interrupciones,
un momento estanco.
Vuela el alguacil celeste
rebota contra la ventana
y se abre.