Sharon Gorosito (Pilar, Buenos Aires, 2000)
Caen las estrellas hasta tus ojos, Buenos Aires, Halley Ediciones,
2020.
Igual que con todo
acumulamos en el pecho
amapolas de plástico
y
para disimular la falta
nos dejamos el polvo
y
decimos
carne, hueso,
casa.
Tu voz en mi memoria
suele ser tan pesada y ronca
como un rayo de sol a punto de irse.
La sed lo intenta
pero no puede quebrarla.
Ni el más feroz de los vientos
puede arrastrarte
lejos de mis hombros
o mis ojos:
hasta el frío se esconde
al oír tu nombre.
I
El borde del amor en los dedos
como solapas de un traje
que los envuelven de vejez
mira desde la torre
recuerdos de dioses y hombres
entre la sangre y las cosas
entre el signo y las bocas
que muerden parte de la luz
y se ahogan
de soledad.
II
Las bocas del silencio
terminan por agrietarse.
Un amor eterno
irremediable.
Toda luz que sobra.
Signos altos
empiezan a romperse
dan de baja
a la muerte que llora
mientras
cae
y se duerme
en el hogar de la lombriz.
III
Recuerdos disfrazados
comienzan a mirarse los dedos
en el espejo de la soledad
que gastada se rompe.
Es natural:
Los nombres y las formas
caen de pie cuando se miran a los ojos.
IV
Enero ciego y desarmado.
La sombra del fuego
en el centro del sol.
La lentitud del respiro
la búsqueda de lo ajeno
y el misterio de la sed:
Un remedio que traza el destino
sobre nuestras espaldas.
Angustia
rechazo
olvido
rencor
seres clandestinos
que se agotan de tiempo
en el pecho inflado.
No es posible
que la herida cicatrice
con la espuma de una boca
que rompe cualquier corazón.