Las estatuas olvidadas no aparecen en los manuales de historia, Buenos Aires, Caleta Olivia, 2020.
abril I: el corazón, sus agujeritos
¡Yo no necesito alguien que esté solo con
su corazón, necesito alguien que esté todo
conmigo! ¡Todo! ¿Lo entendés?
Romina Yan, como Belén en Chiquititas,
capítulo 97, temporada 1997
De córdoba a bahía blanca
en el ñandú del sur
con un 13% de batería
es el momento de decirle a ella
que lo conveniente es apagar el teléfono
el whatsapp es un invento desastroso
o al menos lo es en cuestiones de desamor
uno queda pegado
y en este caso la palabra uno
busca enmascarar a un yo disfuncional
en el fondo de una generalidad cómplice y estéril
para sentir menos asco de uno mismo
y repito
entonces uno queda amarrado
al momento en que nace la segunda tilde
la gemela malvada de las marcas de aprobación
y la distancia cronológica desde su última vez
hasta el milagro de la luz celeste
y de ahí hasta la respuesta
bueno
beso
buen viaje
mendigando ese telegrama
dejé morir un 10 % de energía
con el 3 % restante
imagino que no podrán los forenses llamarla a ella
que en mi agenda figura
con un nombre seguido de un corazón
es que enamorado soy cursi
y me importa un carajo ser cursi
cuando creí haber encontrado a esa persona
que después de 36 años 12 novias 1 hija y 1 divorcio
me hizo sentir que era LA persona
aunque LA persona semanas atrás
me haya deslizado por whatsapp
no sé si dejé de amarte o no
y retomo
no les va a alcanzar para llamarla y decirle
mirá flaca
se incrustó contra los fierros
y cerrar con el lugar común que afirma
son cosas que pasan
la vida es tan frágil y las rutas una mierda
no les va a alcanzar para avisarle
y mañana ella se enterará por la tele
al pasar una placa roja de crónica
en un zapping que no suele hacer casi nunca
y ahí su dilema estará resuelto
porque todos aman a los recuerdos
porque los recuerdos son recortes del pasado
a la medida de la mezquindad de nuestros sentimientos
¿ya llegamos a casa de la abuela?
grita la nena en el asiento de atrás
cuando su pie clavado en el respaldo
separa mis costillas de esta reflexión
callate le devuelve la madre
tragándose las vocales y la vergüenza
mientras le cruza un cachetazo simbólico
la nena llora dos segundos y arremete
¿y si nos bajamos y vamos caminando?
yo pienso en vos en el celular apagado
y en el vértigo de lo que acaba
la sabiduría de los niños no se agota
¿y si hacemos eso, amor?
¿y si nos bajamos y vamos caminando?
mayo XV
¿Cómo sostener la belleza de un verso
cuando todo arde demasiado?
agosto XX
Nunca vi una vaca de cerca
me revelaste
después de tres horas de viaje
por esa ruta provincial
aunque yo estaba seguro
de que en el campo de juliana
habías acariciado una
frenamos en la banquina
y nos arrimamos a ver a dos
que dormían sobre el alambrado
nos quedamos en silencio un buen rato
en el auto me dijiste
el suelo de este campo
está lleno de gente que ya no está
después agregaste que esa canción de fito
te ponía demasiado triste
llegamos a la ciudad ya de noche
cantando a los gritos
los temas de soy luna
septiembre XXII
Llegué tarde a cuidarte
vos ya reposabas el último tiempo
que te quedaba en este plano
porque no se sabe qué nos espera más allá
aunque yo esté convencido de que no hay nada
tus ojos hundidos se fugaban
hacia el centro de tu cráneo
y tu pecho subía y bajaba lento
como avisando
yo miraba y contaba
dos
cuatro
seis
¿fuiste consciente de que estaba ahí?
¿te diste cuenta que no podía despedirme?
si la tarde anterior
confundiste en la tele
a andrea frigerio con mi hermana
y después de darte agua
hablamos sobre sebastián elcano
y su fama de explorador
vinieron a tomarte el pulso
ese silbido era cada vez más insistente
dos
cuatro
seis
también lamento haberte escondido
que el abuelo falleció meses atrás
vos estabas convencida
de que había encontrado a otra
de noche te cambiaron el suero
y quisieron peinarte
yo ya contaba más seguido
dos
cuatro
seis
entonces la nada
quise contar otra vez
como si los números fuesen los responsables
de que tu tórax no respondiera
dos
cuatro
seis
y nada
entonces un sonido salió de tu boca
quebrando en dos tu garganta
y también la mía
ya está dijo mi vieja
y yo no supe qué hacer
diciembre XIII
Tenía pensado no levantarme
en todo el día por la resaca
pero entonces me avisaste
que habías preparado alcauciles
y tuve que ir a pesar
del dolor de cabeza y el mareo
comer alcauciles
es un ejercicio de paciencia
desarmar hoja por hoja
raspando la pulpa
con los dientes de abajo
enchastrando los dedos
y en mi caso también los bigotes
la corteza que queda
se tira en un plato
que suele ponerse en el medio
mientras se hace ese ruidito particular
hasta alcanzar el corazón
que como el lugar común lo manda
siempre es lo más tierno
no comía alcauciles
desde aquel cumpleaños
en la casa de la abuela
y hoy que vos los cocinabas
por primera vez
nos pasamos el almuerzo
hablando de ella
ese fue nuestro ritual de recuerdo:
arrancar
arrastrar
dejar las sobras en el plato
y hablar todo el tiempo de ella
de lo bien que cocinaba
de lo imposible que era
entender sus recetas