Damián Ríos (Entre Ríos/Buenos Aires), El verde recostado, Caballo negro, 2013.
Cuando empezaba el asfalto
asomaba la abuela Carmen
sentada en el tapial,
esperando,
le daba el sol de esa hora,
blanca la casa,
verdes los árboles,
despacio,
la abuela rubia:
la veíamos desde la gomería,
el pelo,
íbamos en bajada
acelerados apurando el paso
esquivando las sombras
derecho hacia la casa
manchada de sol
porque íbamos en bajada nomás
se entiende, no había ningún apuro,
en la felicidad no pasa nada.
El rancho ladeado aguanta
chirría, se estira,
entra el viento
y se tensa temblando en un rincón.
Se corre el techo con ruido
a madera de tirantes,
vuela una chapa, shhh,
que nadie grite.
Ahora la claridad está bien adentro,
la luz desparrama
las cosas, hay mucho ruido.
Es una correntada
el aire y cuando amaine
que vengan los primos
a volver el techo, encontrar la chapa.
El miguel y la chichita
se habían hecho una casa de material
pintada de blanco,
tenía una enredadera
y era calentita en invierno.
En la pared del fondo
estaba pintado Perón
y abajo Vuelve,
una vez encajamos una lata
de aceite en la horqueta:
el árbol iba a crecer y la lata abollarse
entre los troncos,
qué esperanza.
chirría, se estira,
entra el viento
y se tensa temblando en un rincón.
Se corre el techo con ruido
a madera de tirantes,
vuela una chapa, shhh,
que nadie grite.
Ahora la claridad está bien adentro,
la luz desparrama
las cosas, hay mucho ruido.
Es una correntada
el aire y cuando amaine
que vengan los primos
a volver el techo, encontrar la chapa.
El miguel y la chichita
se habían hecho una casa de material
pintada de blanco,
tenía una enredadera
y era calentita en invierno.
En la pared del fondo
estaba pintado Perón
y abajo Vuelve,
una vez encajamos una lata
de aceite en la horqueta:
el árbol iba a crecer y la lata abollarse
entre los troncos,
qué esperanza.