Circe Maia (Uruguay), La pesadora de perlas. Obra poética y conversaciones con María Teresa Andruetto, Viento de Fondo, Biblioteca Nacional Argentina y Biblioteca Nacional de Uruguay, 2013.
Traición
El último sol no le dijo: soy el último sol.
Nada le previnieron.
El agua resbaló sobre su cuerpo y él no supo
que era el modo en que el agua
decía: adiós. No supo.
Nadie le dijo nada.
Cuando llegó la noche, llegó para quedarse.
Y él no lo supo nunca.
El último sol no le dijo: soy el último sol.
Nada le previnieron.
El agua resbaló sobre su cuerpo y él no supo
que era el modo en que el agua
decía: adiós. No supo.
Nadie le dijo nada.
Cuando llegó la noche, llegó para quedarse.
Y él no lo supo nunca.
Yéndose
No eran para guardar los días, las semanas
aquellas horas blancas de deslizar y vuelo
no eran para guardarlas;
olas nocturnas, noches de oscuro movimiento
olas de azul y sol, como eran las mañanas.
Al hacerse oleaje se volvían espuma.
No se pudo guardarlas. ¿Cómo guardar el ruido-resplandor, que se quede
que no se deshaga?
Así venía el tiempo como hecho de su fuga
y de su mismo irse nos venían las horas.
Como venían yéndose eran la sed y el agua
una instantánea luz que se hacía de sombra.
¿Cómo guardarla?
Sólo en choque en la roca, la espuma
sólo en vuelo, las alas.