Ignacio Di Tullio (CABA), Famiglia, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2016.
REPUBBLICA
ITALIANA
Passaporto per
l' estero
7 Genn. 1950
El
padre de mi padre me mira fijo desde la fotografía
Manovale,
cruzó el océano
capaz
de arrancar orejas con los dientes.
Quiso
desgarrar, fornicar, comer tierra
nunca
aprendió a hablar.
Sé
de las trompadas en las orejas
y
ahora a mi padre le falta oído
para
algunas preguntas.
¿Cómo
será vivir en la fotografía, descargando golpes en la cabeza?
Yo
debería poder decir nonno
Mi
padre, hablar de vos.
Tiene
tu nombre empozado en una mano.
Cada
vez que lográs escapar de las fotos
la
cierra.
Mi padre elige
frutas en el mercado
Mi
padre elige frutas en el mercado.
Detiene
el coche camino al trabajo
para
bajar a tocarlas.
Desoye
las recomendaciones del vendedor:
sus
manos sabias bien educadas
prescinden
de consejos
saben
que se someten a una cuestión moral.
Presiona
con los dedos la piel de un durazno
verifica
la blandura de su carne.
Después
pesa una pera en el hueco de su palma.
Con
la otra mano envuelve una ciruela
y
se adueña del mundo.
También
su padre elegía las frutas camino al trabajo.
Entraba
con mi padre y sin decir palabra
sostenía
una fruta en cada mano
lo
educaba en el ejercicio de la duda.
Era
una escolástica muda y presencial.
Las
frutas maduras siempre son las más dulces:
Ahora
es mi padre quien deja caer el proverbio.
No
me mira al hablar. Piensa en voz alta
y
espera que lo tome
si
quiero.
La nuez
Casi
al ras del suelo
todos
los hombres que yo no era
miraban
tu nuez subir y bajar
a
cada trago.
Cuando
me alzabas en brazos
estudiaba
el recorrido del hueso irregular
que
sobresalía de tu garganta
como
de la piel de un reptil.
Atrapaba
la nuez con el índice y el pulgar
y
me entretenía obstruyendo su trayecto
hasta
que te atragantaras de risa.
Creía
que el hueso
cabía
en el hueco de una mano.
Soñaba
que un golpe podía partir ese fruto
y
en su interior, la lágrima seca que duerme
en
el corazón de los duraznos.
Preguntas
¿Quién
es este hombre cuando me descubro en su sombra?
Anoche
entró por la ventana y parado detrás de mí
otea
lo que escribo.
¿Qué
vino a buscar a este suburbio?
Camina
encorvado como sus antepasados
dice
que llegó niño en un barco
que
rehusó a ser un tonto y trabajó
y
trabajó para escapar del gusano del hambre.
Cuando
le tocó cortar el bacalao se creyó inmortal.
Lo
vi con mis ojos arreglar cosas
sin
sacarse el cigarrillo de la boca.
Nunca
le retaceó cara a mi beso, pero hoy me mira
como
si le hubiese faltado tiempo.
¿Por
qué?
Me
visita de viejo blando. Somos
como
animales de distinta especie.
¿Quién
es?
¿Qué
quiere?