Bárbara Alí (Buenos Aires), La mancha de los días, Qué diría Victor Hugo?, Buenos Aires, 2016.
Eso que ves ahí
ovalada, imperfecta
sucia
es la mancha
que fueron dejando
los días.
Sucede por
acumulación:
cuando la materia
no encuentra lugar
se deposita sobre sí
capa sobre capa
se tapa
a sí misma
¿Se va tachando?
¿A fuerza de
negación
se acrecienta
la oscuridad?
¿No nacieron así
la piedra y la
montaña
por repetición
de lo mismo?
Y si la piedra
pesara demasiado
ya no podría
moverse.
Aplastaría las
raíces.
Correrían riesgo
las flores.
¿Quedaría allí
algo más que el
recuerdo
de lo que quiso
crecer
sin saber
cómo?
Habría que empezar
a contar todo de
nuevo:
justo cuando querés
hablar de una
habitación
en forma de pecera
de tu boca haciendo
fuerza
para abrirse, la
mandíbula
trabada, los dientes
apretados
el gesto de defensa
condensado en los
ojos
aparecen las antenas
de los edificios más
altos
los cables cruzando
el cielo
como un arañazo
negro
sobre el cielo azul.
Es que siempre el
cielo
fue un lugar de
huida
cuando la tierra
empezaba a
agrietarse.
No es casualidad
que mires el cielo
es el lugar
del deseo.
Dicen que hay que
desear
cuando la estrella
fugaz
está cayendo
quizás porque
el espacio vacío
que deja lo que se
va
es lo que más tarde
podría poblarse.
A quién preguntarle
qué falló
la nieve también
ensucia
con su frialdad
deja una aureola
oscura
sobre el nombre.
Olvidaste tu
libertad
como se olvidan
las paredes de una
casa
que te separan
del afuera
¿cómo reconstruir
ahora el armazón
de tus huesos
si están
desparramados
bajo una tierra
de silencio?
Debajo del silencio
estás vos
tapada por la sombra
del pájaro
que te lleva.
¿No es la sombra
que proyecta el ave
en el suelo
una prueba
de su culpabilidad?
Hoy la mancha
es esa nube en la
memoria
que se interpone
entre una palabra
y su significado.
Hoy querés regresar
al principio del
camino
no para volver a
recorrerlo
sino para saber
el color y tamaño de
las piedras
que pisaste un día
Siempre saber
se vuelve un
movimiento
en
reversa.