Este momento impalpable y a la vez,
rudo como roca,
la suave línea entre el impulso y la corriente.
¿Podré acaso desaparecer si me rindo?
Cuando la cuerda rompe su tensión,
cuando el sentido profundo de ir y venir acaba,
todo vuelve a su naturaleza.
Lenguaje,
aguas,
suelo,
los cuerpos,
dos cuerpos.
Te pueden salvar los puentes,
los veranos de lluvia
detrás del vidrio.
El aire nos empaña la vista.
Y así de pronto
vino el sueño.
Recuerdo los cactus,
las suculentas en la ventana del patio de casa,
en las macetas que armaste
con latas de durazno
y conservas de tomate.
Las conservas
de las frutas,
de las verduras,
del amor.
Cómo conservar el amor,
cómo guardarlo en el jardín,
junto a las flores.
Recostados sobre la hierba
el pasto nos llena la boca de rocío;
el rocío es esencial,
lo
elemental
es el chicle,
pasarte el chicle con la boca
es
sentimental,
pero no quiero mentir.
Ahora
no
nos
pasamos el chicle
y esto
es un cliché
al que le temo.
Temo
caer
en los reclamos
que
ahora nos pasamos
como nos pasábamos el chicle
mientras
todo el rocío hacía
de vos:
el pasto,
el chicle,
los clichés
suavidad,
amor,
cantos,
canciones sobre el pasto,
mi canción elemental.
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