Teresa Orbegoso (Lima, Perú, 1976)
Abro el miedo, segunda edición, Buenos Aires, Las Furias editora, 2021.
Mi cáncer dice:
acuérdate de mí ahora que eres adulta y que han llegado los tiempos en que el agua bendita es sólo agua. Los tiempos en que el hábito del santo ha sido abandonado en la playa. Los tiempos en que tu páramo se ha partido en dos.
Escucha todo lo que suena en tu cáncer. ¿Alguien podrá oírlo contigo?
Abro el miedo. Mi madre viaja sola sobre un iceberg. Dentro de él estoy yo congelada mirándolo todo.
Algo. Algo es. Un pesón estrujado. Inger, algo avanza por mi pecho hasta casi llegar al hueso. Se aferra a algo y algo y algo. No puede detenerse, como los sonámbulos. Se aferra a lo que encuentra. Se aferra más.
Sí Inger, el agua bentida de Santa Rosa de Lima existe
La fría herida detenida existe
con los mechones del cáncer arrancados existe
Teresa Orbegoso existe
Las células buenas se encuentran con las células malas en la danza de las células. Hay una guerra. Las células buenas pierden. Las células malas colocan su bandera de vencedoras sobre mi pecho.
[...]
Mi cáncer dice:
tienes cuarenta años. La edad para ver aunque tú no lo quieras. La vida nos toma y nos deja caer. Yo no era la muerte. Y entonces tú caías y te mirabas así: caída, sin poder hacer nada. Tú: la huérfana. Te dabas cuenta de que la felicidad no era una máquina, ni un peluche, ni un animal.
Algo busca nuevas palabras. Me lleva al recuerdo desordenado de mi infancia. Rueda y rueda como una piedra que hace volteretas con mis miedos.
[...]
Operados los cuerpos
en fila india
esperan la pastilla de la salvación
No hay resplandor
ni máquina para curar las amputaciones
Sólo celdas
siendo siempre
que algunos de los pobladores de Yungay
donde el aluvión enterró la ciudad han
salido a marchar contra la muerte
muertes que en los últimos años
han sido numerosas
en el continente sudamericano
donde solitarios indígenas de sus múltiples culturas
han perdido la memoria
sin que puedan dejar de dibujar imágenes
que ya no entienden o
que han mezclado además con símbolos
de la civilización de la barbarie
hasta desaparecer en estos países
inventados de nombres sin sentido
y realidad maravillosa
de Cien años de soledad
Aquí subo yo al Uraj Pacha
al mundo de los de arriba
de los envueltos en las pancas del capitalismo
como semillas de la pobreza eterna
lanzo ángeles
Mientras tanto el cáncer de la vejez avanza como un ejército, se manifiesta. Cruza el semáforo en rojo, el semáforo en verde. El cáncer del pensamiento nace, alumbra, se detiene, se pierde. Nos encuentra. La vitalidad es un recuerdo de la vitalidad, apariencia.
Mi cáncer dice:
El capitalismo se rompe como el pan y un día cualquiera, todos los miedos de la tierra se tocan.
Las cáscaras de los huevos caídos de algún árbol dicen que hubo un nido, una cría. O la apariencia es y las crías están enterradas bajo las hojas, la apariencia tocada por la apariencia, circunstancial amanecer contra una vitalidad extraña en lugar de algo, olvidar lo que está en el pasado. Antes. Antes. En este antes.
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