jueves, 30 de enero de 2014

Ezequiel Ambrustolo



Ezequiel Ambrustolo (Banfield/Buenos Aires), Dos poemas, 2013.















Una gota en la sed del desierto.
Una boca que diga lo innombrable.
Un instinto, otro, al cotidiano de la queja
en el epicentro del insomnio.
Un descanso de pasto mal cortado,
de pasto crecido. Una tropilla,
a lo lejos, en el campo o en la infancia.
Un resonar de agrestes pájaros.
La flecha del ave que reza todo el horizonte.
Un pan amasado en la madera.
Un salmo, una teología, un dios,
el Dios que serene la estridencia.












Hoy la plaza es un día de fiesta
o un secreto regocijo.
Los niños y las abuelas
comen manzanas acarameladas
y las nubes están un poco más lejos
en este buscado día.
(Un sol de pueblo ilumina
las horas de la revelación
¿Puede verlo el hombre afanoso?)
Toda plaza es un equilibrio
entre la ciudad y el campo.
Quieto de paz,
me sentaré en algún banco
a meditar una larga y antigua oración.



















No hay comentarios:

Publicar un comentario